Ya no te necesito - Arthur Miller



"(...) cuando no existe un objetivo superior, en lo más hondo de nuestro ser todos somos anarquistas, así que nos acostamos unos con otros." 






Miller, Arthur. Ya no te necesito.
Barcelona: Tusquets Editores, 2003

I Don’t Need You Anymore. Traducció de Jordi Fibla
Col·lecció Andanzas, 502



::: Què en diu la contraportada...
Ya no te necesito, volumen hasta ahora inédito en España, se compone de nueve relatos, entre los que se incluye la versión original de «Los inadaptados», el cuento que se convertiría en la película Vidas rebeldes, dirigida por John Huston e interpretada por Marilyn Monroe y Clark Gable. Arthur Miller presenta en estas narraciones una pintoresca y variopinta galería de personajes: un niño de cinco años que experimenta, en un idílico día veraniego, la alegría de la independencia y el temor del aislamiento; un judío norteamericano que descubre a sus antepasados y sus vínculos con la historia durante un viaje a Italia; un célebre escritor que se encuentra con un amigo al que no reconoce y que le revela el coste personal de la fama; un ajustador que, durante la segunda guerra mundial, trabaja en los astilleros de Nueva York reparando los destructores y portaaviones que llegan de los diferentes océanos; o una frustrada mujer de mundo...

::: Com comença...
Varias veces en los días anteriores le habían enseñado, más que advertido, de una manera que no daba pie a la menor objeción, que Dios prohibía nadar el viernes de aquella semana.
Ya no te necesito

::: Moments...
(Pàg. 22) 
“¿De dónde habrá salido? ¿A quién se parece?”. Allí sentado, con su madre frente a él, recordó que no se parecía a nadie; y entonces tuvo la creciente sensación de que había un espacio a través del cual él y su madre se miraban continuamente, y no recordaba que hubiera existido antes.
Ya no te necesito.

(Pàg. 84)
Recordó que su padre la había hablado de la pequeña población europea en la que había nacido: un depósito de agua comunitario, el tonto del pueblo, la cercana residencia de un barón. Eso era todo, y no se sentía orgulloso de ello, de ninguna de las maneras.  “Claro que yo soy norteamericano”, se dijo.
Monte Sant’Angelo

(Pàg. 94)
No tenía una idea clara de qué  era aquello de lo que debería sentirse orgulloso; tal vez fuese tan sólo el hecho de que, bajo la insensata opresión de la historia, un judío hubiera sobrevivido en secreto, despojado de su conciencia pero atrapado para siempre en la definitiva insolencia de un Sabbat en un país católico; y su mismo desconocimiento constituía una prueba, una prueba tan muda como las piedras, de que hubo un pasado.
Monte Sant’Angelo

(Pàg. 112)
- (...) es mejor que vivir de un jornal.
- Tienes toda la razón, Perce –concedió el piloto, pensativo.
- He visto morir a hombres que nunca despegaron del suelo –añadió Perce.
Los inadaptados

(Pàg. 122)
Gay sólo había gozado de la vida mientras tuvo su casa y su familia. Conocía la diferencia entre aquella época y el momento presente; pero uno nunca conserva nada, y él nunca se había detenido a pensar en lo que pudiera haber conservado o perdido. Durante toda su vida había sido como Perce Howland, que en ese instante estaba sentado a su lado: un hombre en marcha o a punto de irse. Sólo cuando descubrió a su esposa con un desconocido percibió la existencia de un poste al que había estado atado placenteramente.
Los inadaptados

(Pàg. 148)
No tengo ni zorra idea de nada, soy un ignorante, con la mente como un acordeón cerrado, pero, eso sí, percibo la distinción en cualquier cosa.
Los inadaptados

(Pàg. 175) 
(...) Y, no obstante, todo parecía estar en el perfecto orden en que debía estar; a su alrededor, los fracturados acantilados de las vidas ajenas se adentraban diestramente en el mar.
La profecía.

(Pàg. 177)
- (...) Todos los días inspeccionamos nuestro cuerpo, ¿no es cierto? Pero ¿con qué frecuencia dedicamos algún tiempo a inspeccionar el alma, a escuchar lo que pueda decirnos? Casi nunca. La gente – añadió con cierto tono de protesta- se burla de esas cosas, pero acepta que uno puede sentarse a un piano y tocar ya la primera vez. Pues es mucho más difícil y requiere mucha más técnica escuchar la propia voz interior. Y comprender sus señales..., eso es incluso más difícil. Pero es posible hacerlo, se lo prometo.
La profecía.

(Pàg. 195) 
- (...) Cuando una sociedad ya no sabe qué propósitos tiene, cuando ya no la rige la lucha por el alimento y la seguridad, todo cuanto queda es la vida privada. Y cuando no existe un objetivo superior, en lo más hondo de nuestro ser todos somos anarquistas, así que nos acostamos unos con otros.
“Dios mío”, se dijo, “qué fraude son todas las ideas... ¡Lo único que todo el mundo quiere es amor!”
La profecía.

(Pàg. 203)
(...) no pudo dejar de darle vueltas en la cabeza que cualquier pretensión de virtud es como mínimo un poco falsa, pues ¿era virtud lo que había demostrado o solo temor? ¡O ambas cosas!
La profecía.

(Pàg. 235)
Las pocas veces que fue a casa de Margaret, los familiares de ésta le obsequiaron con sonrisas afables, pero nunca pudo quedarse mucho tiempo debido al hastío, a la espesa maquinaria para asfixiar su vida.
La noche del ajustador

(Pàg. 277)
A decir verdad, no sé quién tiene razón en esta guerra, pero lo que sí sé es que dentro de diez años nadie se acordará de los motivos que llevaron a la lucha.
La búsqueda de un futuro

::: Altres n'han dit...
Culturamas, Triumph of the now, Uriatinon, Pep Grill.

::: Enllaços:
Arthur Miller, context de l'autorla qüestió jueva, els fonaments de Monte Sant' Angelo.

::: Llegeix-lo:
Anglès (The prophecy - html / I don't need you anymore - html / The misfits - html)


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