Muerte entre bastidores y otros cuentos macabros - Bram Stoker



"(...) Usted, no tiene un pasado que le envía sus legiones en la oscuridad y en el vacío."







Stoker, Bram. Muerte entre bastidores y otros cuentos macabros
Madrid: Celeste Ediciones, 1999

Death in the Wings and many others mystery tales. Traducció de Maria José Antón
Col·lecció Infernalia, 2



::: Què en diu la contraportada...
Para la mayoría de los lectores, Bram Stoker (1847-1912) sigue siendo simplemente el hombre que escribió Drácula. Se olvidan así sus restantes novelas y su largo repertorio de relatos cortos, la mayoría de ellos tan intensos, originales y vigentes como la obra que le dio la fama. Publicados en diferentes revistas a lo largo de su vida y muchos de ellos totalmente olvidados y perdidos hasta que estudiosos y eruditos los rescataron recientemente, los cuentos de Stoker muestran también la fuerte personalidad de su autor, sus habilidades como narrador y su obsesión por lo extraño, lo sobrenatural y esotérico o, sencillamente, por el lado más oscuro del ser humano.

En esta antología, el lector encontrará varias de las excursiones de Stoker en el terreno del horror, la mayoría de ellas inéditas hasta hoy en castellano: "La cadena del destino", historia de fantasmas en la mejor tradición gótica; "Las almas gemelas", cuento salvaje y cruel que anticipa la moderna literatura de humor negro; "El regreso de Abel Behenna", relato de ambiente marino cercano al espíritu de Robert Louis Stevenson; "Muerte entre bastidores", crónica de un sórdido crimen que se desarrolla en el mundo del teatro y basada en un suceso real; o "El hombre de Shorrox", un simpático cuadro de costumbres repleto de gracejo irlandés y algún que otro detalle macabro.

::: Com comença...Supongo que algunos de ustedes recordarán el caso ocurrido no hace mucho del acróbata que murió en accidente durante una representación. No hace falta mencionar nombres. Nos referiremos a él como Mortimer, Henry Mortimer. Nunca se supo la causa de su muerte, pero yo sé cómo se produjo.
Muerte entre bastidores

::: Moments...
(Pàg. 29)
En la casa reinaba el silencio, esa calma mortal que precede a un huracán. ¡Ay, Ephraim Bubb!, ¿no pensaste nunca que algo podía destruir para siempre la paz y la alegría de tu hogar, y que abrirías tus ojos atónitos a las puertas de esa maravillosa tierra donde reina la infancia, done el niño tirano, con un simple movimiento de su manita y con su aguda vocecita condena a sus padres a la bóveda mortal bajo los fosos del castillo? Tan pronto como piensas en ello, palideces.
Las almas gemelas

(Pàg. 47) 
- (...) Eso es lo que le sucede a la gente que vive en paz y rodeada de sus seres queridos, pero es mil veces peor para los que tenemos que vivir solos. Qué alegría puedo encontrar aquí cuando me despierto en medio del silencio de la noche, rodeado por este vasto páramo, lleno de voces y rostros que hacen de mi despertar una pesadilla peor que la de mis propios sueños? Usted, no tiene un pasado que le envía sus legiones en la oscuridad y en el vacío. Le ruego a Dios que nunca le ocurra.
El sueño de las manos ensangrentadas

(Pàg. 51)
Los hombres normales, para los que todo es posible, no suelen pensar en el Cielo. Para ellos el Cielo no es más que una palabra, nada más. Se sienten satisfechos con esperar y dejar que las cosas sigan su curso. Pero para los que estamos condenados a quedarnos fuera para siempre, no puede imaginarse lo que significa, no puede adivinar el eterno deseo de ver las puertas abiertas y de acompañar a las figuras blancas que hay dentro.  Ése es mi sueño.
El sueño de las manos ensangrentadas

(Pàg. 62)
- (...)  escucha las palabras del Destino. Las estrellas han hablado y se avecina la tragedia.
- ¿Qué dices, cariño? Cuéntame lo que han dicho las estrellas, pero no me asustes.
- No quiero asustarte, mi amor, pero hay algo que debes saber. Mejor dicho, debes saberlo para que todo salga bien.
- Cuéntamelo todo, cariño. Te escucho.
- Mary Considine, tu figura bien podría estar en el Museo Madame Tussaud. Las imprudentes estrellas han traído un hado funesto. Esta mano está manchada de sangre, de tu sangre. ¡Mary, Dios mío! (...)
Una profecía gitana

(Pàg. 77)
Parks era serio y mayor, un tipo de persona en peligro de extinción de esa clase de viejos criados tan orgullosos de su lealtad hereditaria para con su señores como ésto lo están de su nombre y su abolengo. Como todos los viejos sirvientes, veneraba las tradiciones. Creía en ellas, las temía y mostraba el más profundo respeto hacia cualquier cosa que tuviera historia.
La cadena del destino

(Pàg. 87)
Era bellísima, pero esa belleza no estaba en sus rasgos, sino en la expresión de su rostro.
La cadena del destino

(Pàg. 106) 
Le susurraría al oído dulces palabras de amor que me harían estremecer la pronunciarlas y a ella estremecerse al escucharlas. Se inclinaría sobre mí, me mostraría su amor y me dejaría manifestarle el mío sin reproches. Y luego vendría igual que la sombra de una nube se ciñe sobre el paisaje de abril, esa idea amarga, amarguísima, de que todos aquellos momentos no eran sino un sueño y de que cuando llegara la hora, cuando el tiempo se hubiera parado para siempre, yo ya estaría seguramente bajo tierra. Y tal vez ella lloraría en el silencio de su habitación, triste, con lágrimas tristes por aquel amor frustrado y por mí.
La cadena del destino

(Pàg. 114) 
Abel Behenna era moreno, de ese moreno gitano que los nómadas fenicios dedicados a la minería fueron dejando a su paso; Eric Sanson (cuyo apellido, según los viejos del lugar, provenía del antiguo Sagamanson) era de tez pálida, de ese tono rojizo que evidencia antepasados escandinavos. Era como si el destino les hubiera elegido para trabajar juntos, para luchar el uno por el otro y apoyarse en todo. Su compenetración era tal que habían acabado enamorándose de la misma mujer.
El regreso de Abel Behenna

(Pàg. 121)
En el umbral de la puerta había una bolsa de lona llena de monedas de oro y plata, prendido a la bolsa  había un pequeño trozo de papel que decía así:
“Coge el dinero y vete. Yo me quedo aquí. ¡Dios para ti y el diablo para mí! Recuerda, el 11 de abril. Eric Sanson.”
El regreso de Abel Behenna

(Pàg. 135) 
¿Qué sería de este país si no hubiera en él más que hombres solteros y doncellas viejas a punto de morirse, traumatizadas por no tener muchachos a los que besar, tocar, dar azotes y con los que hacer el amor? Entre ustedes y yo, son los niños los que enternecen el corazón de los hombres, como el agua fresca hace crecer la hierba. Pobre de aquel que diera un paso para acercarse a la viuda, pues tal atrevimiento podía costarle la vida.
El hombre de Shorrox.  

::: Altres n'han dit...
Planeta Ceres, Sonia Unleashed, Pep Grill.

::: Enllaços: 
Bram Stoker, contextos.

::: Llegeix-lo:
Espanyol (html)
Anglès (The comming of Abel Behenna - html; The gipsy prophecy - html; A dream of red hands - html; The chain of Destinity - multiformat; The man from Shorrox - multiformat; The duellist or the death doom of the double born - multiformat)


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