Pura pasión - Annie Ernaux



"He descubierto de lo que uno puede ser capaz, que equivale a decir de todo. "




Ernaux, Annie. Pura pasión.
Barcelona: Tusquets Editores, 1993

Passion simple. Traducció de Thomas Kauf.
Col·lecció Andanzas, 182



:::  Què en diu la contraportada...
«A partir del mes de septiembre del año pasado, no hice otra cosa que esperar a un hombre : que me llamara y que viniera a verme» ; así empieza la historia sobre la pasión de una mujer culta, inteligente, económicamente independiente, divorciada y con hijos ya mayores, que pierde la cabeza por un diplomático de un país del Este «que cultiva su parecido con Alain Delon» y siente especial debilidad por la buena ropa y los coches aparatosos. Si el tema que da lugar a esta novela es aparentemente trivial, no lo es en absoluto la vida que lo alienta. Muy pocas veces antes se había hablado con tan descarnado descaro, por ejemplo, del sexo masculino o del deseo que idiotiza, que trastoca. La escritura aséptica y desnuda de Annie Ernaux consigue introducirnos, con la precisión de un entomólogo que observa un insecto, en el febril, extasiado y devastador desvarío que cualquier mujer -¿y cualquier hombre ?-, en cualquier lugar del mundo, ha experimentado sin duda al menos una vez en su vida.

::: Com comença...
Este verano, vi por primera vez una película clasificada X en la televisión, por el Canal +. Mi televisor no tiene descodificador, las imágenes en la pantalla eran borrosas, y en vez de diálogos se oía una banda sonora extraña, chisporroteos, clapoteos, una especie de lenguaje diferente, suave e ininterrumpido.

::: Moments...
(Pàg. 12)
Me ha parecido que la escritura debería tender a eso, a esta impresión que provoca la escena del acto sexual, a esta angustia y este estupor, a una suspensión del juicio moral.

(Pàg. 15)
(...) cuando leía, el que me detuviera en una frase se debía a que hacía referencia ala relación entre un hombre y una mujer. Me parecía que me enseñaba algo de A. Y que confería una significado indudable a lo que yo estaba deseando creer.

(Pàg. 19)
Cuando me dirigía a la cocina a buscar cubitos de hielo, levantaba la mirada hacia el reloj de pared colgado encima de la puerta, “sólo quedan dos horas”, “una hora”, o “dentro de una hora yo estaré aquí y él se habrá marchado de nuevo”. Me preguntaba con asombro: “¿Dónde está el presente?”.

(Pàg. 26)
(...) hubiera preferido mantener esta historia completamente en secreto ante mis hijos, al igual que antaño siempre había ocultado a mis padres mis ligues y mis aventuras. Sin duda para evitar que me juzgaran. También porque padres e hijos son los que menos pueden aceptar sin malestar la sexualidad de quienes carnalmente les son más cercanos (...).

(Pàg. 28)
(...) este proceder formaba parte de un derroche general, necesario, inseparable de mi pasión por A., que incluía también el del tiempo (perdido en ensoñaciones y espera), y naturalmente el del cuerpo: hacer el amor hasta el agotamiento, como si fuera la última vez. (¿Qué garantiza que no es la última vez?)

(Pàg. 30)
Durante todo este tiempo he tenido la impresión de vivir mi pasión en clave de novela, pero ahora no sé en qué clave la estoy escribiendo, si en la del testimonio, o de la confidencia –como suele ser habitual en las revistas femeninas-, en la del manifiesto o del atestado o incluso del comentario de texto.

(Pàg. 34)
A menudo me preguntaba qué significaban para él aquellas tardes que pasábamos haciendo el amor. Sin duda tan sólo eso, hacer el amor. En cualquier caso, era inútil tratar de buscar más razones, jamás iba a conseguir estar segura sino de una sola cosa: de su deseo o de su falta de deseo. La única verdad indiscutible se apreciaba mirando su sexo.

(Pàg. 36)
Yo tenía el privilegio de vivir desde el inicio, constantemente, con plena conciencia, lo que siempre acaba por descubrirse con asombro y perplejidad: el hombre al que se ama es un extraño.

(Pàg. 41)
En el tren de cercanías, en el metro, en las salas de espera, en todos los lugares donde está autorizado no dedicarse a nada, en cuanto me sentaba, me sumía en una ensoñación con A. En el instante en que caía en este estado, se producía un espasmo de felicidad en mi cabeza.

(Pàg. 42)
Por tanto, es un error considerar a quien escribe sobre su vida como a un exhibicionista, porque este último sólo tiene un deseo: mostrarse y ser visto en el mismo instante.

(Pàg. 45)
Todo era una carencia sin fin, salvo el momento en que estábamos juntos haciendo el amor. Y, aun así, me obsesionaba el momento que le seguiría, cuando se hubiera marchado. Vivía el placer como un dolor futuro.

(Pàg. 49)
No comprendía que las personas buscaran en la guía la fecha la explicación de cada cuadro, cosas sin relación alguna con sus propias vidas.  La utilización que yo hacía de las obras de arte era únicamente pasional.

(Pàg. 51)
Sin duda, nunca más volveré a verle. Al principio, cuando me despertaba a las dos de la madrugada, me daba igual vivir que morir. El cuerpo entero me dolía. Me habría gustado arrancarme el dolor, pero lo tenía en todas partes.

(Pàg. 66)
(...) todo el texto construido día tras día en mi cabeza desde la primera noche, con imágenes, gestos, palabras... el conjunto de señales que constituyen la novela no escrita de una pasión empieza a deshacerse. De aquel texto vivo, éste es tan sólo el residuo, la débil huella. Como el otro, éste, algún día, tampoco significará nada para mí.

(Pàg. 74)
(...) me acerqué al límite que me separaba del otro, hasta el punto de que a veces creía traspasarlo.
He medido el tiempo de otro modo, con todo mi cuerpo.
He descubierto de lo que uno puede ser capaz, que equivale a decir de todo. De deseos sublimes o letales, falta de dignidad, creencias y comportamientos que tildaba de insensatos en los demás, hasta que yo misma recurrí a ellos. Sin que él lo sospeche, me ha ligado más al mundo.

::: Altres n'han dit...
Pas a pasEspacios en blancoParéntesis, Nagari Magazine, La cause littéraire, Pep Grill.

::: Enllaços:
Annier Ernauxno és amor rosa, no.

Comentaris

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Entrades populars d'aquest blog

Les cròniques marcianes - Ray Bradbury

La veïna - Isabel-Clara Simó

Nosaltres - Ievgueni Zamiatin

-Uf, va dir ell - Quim Monzó

El gobelet dels daus - Max Jacob

Amore - Giorgio Manganelli