El honor perdido de Katharina Blum - Heinrich Böll

 


"(...) la integridad, unida a una inteligencia metódica, no se desea en ninguna parte, ni siquiera en las prisiones o en la administra-ción."




 

Böll, Heinrich. El honor perdido de Katharina Blum o cómo surge la violencia y adónde puede conducir.

Barcelona: Editorial Seix Barral, 2007

Der verlorene Ehre der Khatarina Blum.  Traducció de Helene Katendhal i Bárbara Serrano.
Col·lecció Biblioteca Formentor,




::: Què en diu la contraportada...
Tras acudir a una fiesta, Katharina Blum pasa la noche con un hombre al que acaba de conocer. A la mañana siguiente, Katharina descubre que su acompañante es sospechoso de diversos delitos. A partir de entonces será acusada de ser su cómplice. La prensa, la policía y la justicia se unirán para destrozar su reputación, hasta hacer de su vida un infierno.

El honor perdido de Katharina Blum es una severa crítica a los medios de comunicación sensacionalistas y al abuso de los mecanismos de poder. Con un estilo que combina el informe policial y el artículo periodístico, Heinrich Böll construye el retrato de una mujer que, sumida en una vorágine de violencia y mentira, luchará por mantener su integridad por encima de todas las convenciones sociales.

Galardonado con el Premio Nobel en 1972, Heinrich Böll está considerado como uno de los autores más críticos e inconformistas de su tiempo. El honor perdido de Katharina Blum, publicada por primera vez en 1974, se ha convertido en un clásico capaz de plasmar las hondas contradicciones de toda un época sobre un entramado argumental de plena actualidad.

::: Com comença...
El informe que sigue se basa en algunas fuentes secundarias y en tres principales, que se nombran al principio una vez, pero que más tarde no se vuelven a mencionar. Las fuentes principales son atestados policíacos, el abogado doctor Hubert Blorna y el fiscal Peter Hach, compañero de estudios del anterior, quien –de manera confidencial, se entiende- completó el sumario, añadiendo ciertas actuaciones de la autoridad y los resultados de diversas pesquisas.

::: Moments...
(Pàg. 10)
Si el informe –pues aquí se habla tanto de fuentes- resulta a veces “fluido”, se ruega que lo disculpen: era inevitable. Los términos “fuentes” y “fluir” no parecen compatibles con el concepto de composición literaria; les convendría mejor el de conducción.

(Pàg. 67)
(…) estaba clara la necesidad de determinar el papel de Katharina en el asunto, pero se preguntaba si era justificable “destruir una vida joven”, como estaba ocurriendo. Ella conocía a Katharina desde su nacimiento, y observaba ya ese proceso de destrucción, y también la alteración que desde el día anterior se había producido en la Blum.

(Pàg. 84) 
Estaban además las llamadas anónimas, las cartas sin firmar y, por si fuera poco, el PERIÓDICO del sábado y (¡con esto nos anticipamos!) el PERIÓDICO DEL DOMINGO. ¿No huelgan estas especulaciones? ¡Ella se decidió por el asesinato, lo cometió, y basta!

(Pàg. 86)
(…) salieron a relucir la habitual inmundicia del PERIÓDICO, los cerdos de las llamadas anónimas y los de las cartas. Pero la vida ¿no continuaba a pesar de eso? (…)

(Pàg. 92)
- (…) Era lo que necesitaba, lo que deseaba su corazón: una chica tan gentil como Katharina, no ligera, pero sí -¿cómo los llamáis vosotros?- capaz de amar; seria y, sin embargo, joven y guapa que ella misma no lo sabía. ¿No ha alegrado también tu corazón de hombre?
Sí, en efecto: alegró su corazón de hombre, y él lo reconoció; reconoció también que sentía por ella más, mucho más que simpatía, y a Trude le constaba que alguna vez todos nosotros, y no sólo los hombres, deseamos, sin más, abrazar a alguien y tal vez no sólo eso.

(Pàg. 97)
- (…) vivimos en un país libre, donde también está permitida una vida amorosa libre, y debes creer que haría todo cuanto estuviera en mi mano por ayudar a Katharina. Incluso arriesgaría mi buen nombre, ya que –ríete si quieres- yo amo a esa mujer. Sólo que a ella ya no se le puede ayudar, y a mí, sí. Ella no se deja ayudar…

(Pàg. 102)
Antes de iniciar las últimas maniobras de desvío, de cambio de conducta y desorientación, se ha de permitir un comentario digamos técnico. En esta historia pasan demasiadas cosas. La desventaja radica en que hay tanta acción, que difícilmente puede darse más. Desde luego, resulta bastante triste que una empleada de hogar, trabajadora por cuenta propia, mate a un periodista a tiros; un caso así por lo menos debe intentar aclararse. Pero ¿qué se hace con un abogado famoso que por culpa de una empleada de hogar interrumpe sus merecidas vacaciones de invierno? ¿Y con un industrial que, además, es profesor y mánager de un partido político? Este último personaje, guiado por un sentimentalismo poco maduro, insiste en entregar a la empleada de hogar en cuestión las llaves de su chalé, y se las ofrece de una manera importuna, sin ningún éxito, como se sabe. Por una parte desea publicidad, pero sólo de determinada clase. Todos estos datos, circunstancias y personas resultan imposibles de sincronizar, y constantemente perturban el flujo (o sea el curso lineal de la acción) porque su situación en el relato no puede modificarse. ¿Qué se hace con funcionarios criminalistas que exigen y logran constantemente que se les permita el espionaje telefónico? En resumen: todo el asunto es demasiado permeable.

(Pàg. 103)
Ante todo, ¿qué pasa en el cerebro de un espía? ¿Qué piensa un funcionario honrado que se limita a cumplir con un deber que (aun repugnándolo, probablemente) le proporciona el sustento, qué piensa cuando debe escuchar a aquel vecino desconocido, a quien vamos a llamar aquí el oferente de caricias, que telefonea a una persona tan gentil, atildada, casi sin tacha como Katharina Blum? ¿Se excita moral o sexualmente, o ambas cosas? ¿Se indigna, siente compasión, se divierte tal vez de una manera especial cuando las proposiciones, en forma de gemidos afónicos y amenazas, hieren las profundidades del alma de una persona (…)?.

(Pàg. 112)
(…) Opinaba tan sólo que aquellas gentes eran asesinos por partida doble, pues terminaban con la vida y la reputación de las personas. Ella, claro está, despreciaba a aquel periodista, cuya misión consistía en arrebatar su honor, su prestigio y su salud a personas inocentes.

(Pàg. 123)
Para asegurarse de que determinados indicios relativamente claros no se pierden ni son objeto de interpretaciones erróneas, es preciso señalar que el PERIÓDICO, causante, a través de su colaborador Tötges, de la muerte –sin duda prematura- de la madre de Katharina, culpó a esta última de la muerte en la edición del domingo. Además, la acusó –más o menos abiertamente- de haber robado la llave de la villa de recreo de Sträubleder. Conviene insistir en estas dos falsas imputaciones, porque, además, el PERIÓDICO publicó muchas otras calumnias, mentiras y deformaciones de la realidad, más difíciles de captar.

(Pàg. 133)
Se calcula que el fiscal solicitará quince años, y que la condenarán a ocho o diez. Esta noticia corre y siembra el terror en todas las prisiones. Está visto que la integridad, unida a una inteligencia metódica, no se desea en ninguna parte, ni siquiera en las prisiones o en la administración.

(Pàg. 140)
- (…) Fui al bar de los periodistas sólo para conocerle. Quería saber qué aspecto tiene un individuo así; cómo gesticula, cómo habla, bebe y baila el hombre que ha destrozado mi vida (…).

(Pàg. 149)
(…) este libro es demasiado inofensivo, puesto que no es más que una historia de amor con una trama central (dicho sea en inglés y más claramente, un plot) de folletín. (…) Estas cosas pasan. Ya se sabe que el amor es un asunto de lo más curioso. Hay mujeres que aman a criminales, no porque lo sean, sino a pesar de ello. Y ése es un maldito hecho que al DIARIO, al que sólo le gustan sus propios crímenes y que falsea cualquier cosa, le desagrada y no refleja.
Epílogo

(Pàg. 152)
Sobre la violencia de los TITULARES todavía se sabe demasiado poco, y apenas sabemos adónde puede conducir. La criminología debería estudiarlo de una vez por todas: lo que pueden ocasionar los DIARIOS, con su bestial “inocencia”.

::: Què en penso...
El honor perdido de Katharina Blum de Heinrich Böll és una novel·la trencadora tant pel seu estil com per la seva estructura narrativa. De la mateixa manera ens ofereix una tesi central polèmica però molt clara: el sensacionalisme indueix impune a la violència.

En certa manera és una novel·la que no ha perdut gens d’actualitat malgrat ser escrita a la dècada dels 70 com una revenja del propi Heinrich Böll contra la capçalera de premsa Bild Zeitung que l’havia acusat de col·laborar amb el grup terrorista Fracció de l’Exèrcit Roig.

Amb pocs diàlegs i moltes descripcions Der verlorene Ehre der Khatarina Blum fa el retrat d’un personatge que veu la seva intimitat exposada, víctima de l’assetjament públic i de la difamació periodística en una societat molt polaritzada políticament, fet que la condueix a un acte de violència, a un crim.

Böll estructura el relat de la novel·la com si fos una reconstrucció dels fets. En fa una mena de crònica força realista i asèptica, encara que en determinats passatges l’autor alemany també vol deixar clar el seu posicionament.

Ho fa a partir d’un narrador omniscient -a vegades majestàtic, a vegades singular- que si bé en principi es neutral i amb una funció purament narrativa i objectiva, mica en mica pren part activa i comença a opinar sobre els fets, les seves conseqüències i la responsabilitat de la premsa sensacionalista en tot plegat.

En altres ocasions el punt de vista narratiu salta de la tercera persona a la primera del singular. Això succeeix quan l’autor dona pas als seus personatges per relatar els fets, i sobretot les sensacions i angoixes, des del seu respectiu jo. I en altres ocasions l’autor pren una veu meta-narrativa intentant ordenar el relat i la successió dels fets.

La novel·la -d’estil directe, econòmic- utilitza formes burocràtiques (informes policials i judicials) però també formats periodístics (reproducció de fragments d’articles publicats en revistes i diaris). Aquesta estructura força a que no existeixi una seqüencialitat narrativa a l’ús. Tot al contrari, el lector es veu saltant endavant i endarrere en el temps depenent de la data dels informes, atestats i articles periodístics que l’autor li va oferint.

D’aquesta manera El honor perdido de Katharina Blum comença amb ritme elevat i pel mateix final. A partir d’aquí el lector es troba un degotall de fragments curts de ràpida lectura que presenten els diferents angles del cas i que poc a poc permet anar construint la reconstrucció complerta dels fets i comprendre la gènesi del crim.

Passa però que aquests fragments van guanyant llargada així que la novel·la avança, i sovint aquest allargament s’aconsegueix amb la reiteració de certes afirmacions, fet que provoca cert tedi lector.

Existeix també certa confusió lectora amb l’elenc de personatges. Henrich Böll ens els presenta de forma precipitada, amb noms que ofereixen pocs matisos distintius, fet que provoca sobretot a la part inicial, que el lector no sàpiga situar el personatge en el seu rol i provocant certa incomprensió.

En tot cas, una lectura ferma, diferent i provocadora que manté un plus d’actualitat en els nostres dies. Obligatòria per qualsevol que estudi el periodisme i les seves rutines productives. Recomanable per qui li agradin drames judicials i investigacions.

::: Altres n'han dit...
Quadern vermell, Das Bücherregal, Leer clásicosEl blog de la hierba rojaMortal y rosaUn libro al día (Santi), Ritual de las palabrasLa gata negra de bigotes blancosLos libros de JuliánEl Mundo (B.Vias), The literary sisters.

::: Enllaços:
Heinrich Böll, context i gènesiestructura i composició, tesis principalel tractament del sensacionalisme a la novel·la.

::: Llegeix-lo:
Alemany (facsímil - Munich:Deutscher Taschenbuch Verlag, 1976)
Anglès (facsímil - Nova York: Penguin Books, 1994)

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