El defecto - Magdalena Tulli

 


 

"(...) Cuando uno contempla la vacuidad del destino propio, no resulta fácil seguir adelante."

 





Tulli, Magdalena. El defecto.
Barcelona: Rayo Verde Editorial, 2015.

Skaza. Traducció de Francisco Javier Villaverde.
Col·lecció Rayos globulares, 19


::: Què en diu la contraportada...
Ante los ojos del lector, una plaza de una gran ciudad sin nombre cobra vida con su tranvía circulando alrededor. En este escenario minimalista se desarrolla una historia que circula alrededor de las  pasiones y los temores de los residentes locales. Todo su mundo está controlado por el invisible personal interesado únicamente en maximizar sus beneficios, y cuyo enfoque omnipresente, destructivo e improvisado, expresión de su arrogancia, infecta a los residentes y envenena sus emociones. El desdén pone en movimiento un mecanismo de violencia y exclusión cuando la plaza se llena de una multitud de refugiados que llegan con el tranvía, repentinamente despojados de sus hogares.

La visión de los demás como un todo, sin singularidad y desprovistos de cualquier emoción o empatía hace posible que los ciudadanos vean a los refugiados como un conjunto de problemas y molestias que hay que resolver sin objetivar sus posibles carencias y dificultades. Tulli realiza un ejercicio magistral de escritura en lo que se refiere a la definición de la subjetividad de la persona y de cómo ésta se enfrenta a los conflictos sociales. En su literatura se pueden percibir influencias de José Saramago, Antonio Tabucchi o Paul Auster.

::: Com comença...
Lo primero serán los trajes. El sastre los proporcionará todos al por mayor. Seleccionará los patrones a ojo, hará sonar un par de veces las tijeras y con ello dará comienzo el previsible repertorio de gestos.

::: Moments...
(Pàg. 10)
Cada prenda es una señal y una sugerencia, cada una revive antiguas asociaciones mentales y despierta expectativas nada casuales; y además, de arriba abajo, o más bien desde la suela del zapato hasta lo alto del sombrero, define una postura que, incluso en movimiento, resulta inalterable a su manera, tenaz, no compatible con nada. 

(Pàg. 23)
El relato no tiene lugar aquí o allí. Está contenido por entero en sí mismo, como en una bola de cristal en la que hay todo lo necesario para cada eventualidad posible. 

(Pàg. 39)
Si soy este universitario, opino que es preciso dejar a un lado los escrúpulos innecesarios y golpear en todo aquello que resulte deforme o esté mal confeccionado, barrerlo y quemarlo sin preguntarle nada a nadie, establecer el orden. 

(Pàg. 45)
A las diez y cuarto, cuando contestó a la primera llamada, el notario ya se estaba preguntando por qué la vida era tan difícil. Difícil y además carente de sentido, y carga con el peso de la vida sin que sirviera para nada resultaba cruel. 

(Pàg. 47)
La criada olvida con facilidad que carece de lo más importante: la ropa adecuada, indispensable para que el destino cambie.

(Pàg. 53)
¿Qué puede ser mejor que el silencio cuando la verdad no conduce a ninguna parte?

(Pàg. 58)
Un personaje cualquiera que, de pie en medio de la plaza, mirara a lo lejos por una de las calles no podría imaginar cuál es la verdadera topografía del terreno. De todas formas, de nada les valdría a los personajes este conocimiento extra si lo tuvieran. Es mejor vivir tranquilamente, aunque a ciegas,  no tener en absoluto consciencia de en qué se está participando. Y si el desorden de las cosas ha sido ya perturbado, entonces la ignorancia exime de investigar las causas, de preguntarse cómo se ha llegado al colapso, de quién son los cálculos que se ocultan tras el suceso (...)

(Pàg  66)
Lo mejor sería que los recién llegado se marcharan y permitieran que continuara la narración iniciada anteriormente, en la cual ellos no encajan. 

(Pàg. 68)
Los vecinos han salido a la calle y observan desde las entradas a los patios de sus casas a quienes han perdido sus hogares. Es posible que sientan algo similar a la compasión; sin embargo, si soy uno de esos mirones conmovidos por su propia bondad, al cabo de un rato la turbación me obligará a apartar la mirada. La compasión desprovista por completo de altruismo me parecerá embarazosa e innecesaria. Más bien se me ocurrirá pensar que tenemos el corazón demasiado blando, justo eso. ¿Acaso la piedad no resulta en sí misma algo patético? ¿Y para quién es esa piedad?

(Pàg. 76)
La inesperada ruptura de los hilos argumentales de la historia habitada por ellos había cambiado muchas cosas. Desde ese momento faltaba continuidad en sus vidas, más aún debido a que el tiempo resultó ser relativo y el espacio se había hundido de golpe. 

(Pàg. 117) 
No es descartable que, por su naturaleza simbólica, el revólver adquiera literalidad en el momento en que lo reavivan los tormentos de un personaje secundario, la fiebre de sus pensamientos coléricos, que buscan alivio cuando no existe la posibilidad de reclamar y recibir una compensación.  Cuando nadie sabe qué hacer con el exceso de resentimiento, en el cual ya sólo cabe ahogarse. 

(Pàg. 120)
Cuando uno contempla la vacuidad del destino propio, no resulta fácil seguir adelante. 

(Pàg. 121)
(...) Lo golpeará frenéticamente, con furia, hasta que se caiga un parceh de cartón y deje a la vista un agujero recortado en el fondo. Consigue deslizarse por él y finalmente desaparece del campo de visión, incluida su gorra. Es evidente que está destinado a errar desde ahora entre las historias (...). 

(Pàg. 138)
(...) de la ridiculez de los desesperados y de la desesperación de los ridículos es de donde sale tal intercambio de papeles, posible únicamente cuando un golpe de surte hace que aparezca un personaje aún más susceptible de ser ridiculizado.  El amor propio nos empuja a huir de la banalidad y la falta de protagonismo aunque nos quedemos solos y aunque sea a costa de los demás; a buscar para nosotros medios de expresión particulares –un tono de voz firme, un brillo burlón en los ojos, una postura altanera- como forma de salvarnos. 

(Pàg. 154)
En cierto sentido no existen historias inventadas. Cada una de ellas al final resulta ser auténtica e inevitable, aun en contra de las apariencias. Cada una es un asunto de vida o muerte. 

(Pàg  155)
Si esta historia me pertenece, ya sólo cierro con fuerza los ojos para no ver nada. ¿Acaso no soy el ultimísimo de los personajes de esta historia, el que deberá finalmente hacerse cargo de todo el dolor?

(Pàg. 167)
Los finales felices no suelen ser nunca más felices de los posible. Podría parecer que, tal y como hace el deshielo primaveral, traen el prometedor comienzo de algo nuevo, pero no es así. Tan sólo dejan al descubierto la materia podrida de las esperanzas frustradas. Los giros venturosos de la trama no traen alivio, están corroídos por la herrumbre de los significados involuntariamente irónicos, impregnados de la enmohecida desesperación de temporadas pasadas. Y de ahí precisamente, de esos finales que no finalizan nada, es de donde brotan las nuevas historias.

::: Què en penso...
El defecto de Magdalena Tulli és un delicat exercici d’ombres xineses sobre la fortuna i la fatalitat que regeixen la vida d’uns personatges que, de fet, són les ombres dels nostres veïns, dels nostres familiars, dels nostres amics. Les nostres pròpies ombres.

L'autora polonesa ens presenta una desfilada de personatges que, amb els seus anhels i virtuts i amb les seves penes i alegries, s’enfronten a una situació límit (l’amenaça del seu benestar, del seu estil de vida), fet que serveix a l’autora per parlar-nos de la fragilitat social en la que –malgrat pensem el contrari- vivim, i del cainisme humà que –malgrat el civisme aparent en el que vivim- en qualsevol moment pot encomanar-nos a tots.

Des d’aquest punt de vista podríem considerar El defecto com una nova versió atemporal del mite de la caverna de Plató. Així, la Tulli assenyala la falsedat i les ombres (l’atrezzo, la tramoia, el vestuari, segons la metàfora teatral usada per l’autora per vertebrar la novel·la) que caracteritzen els fonaments de la societat.

Aquesta simulació de la realitat, aquest joc metaliterari, afegit al fet que El defecto tingui molt de psicològic i d’assaig conductual (els trajos que vestim i ens condicionen), però també cert component surrealista i de denúncia, ens situa davant d’una novel·la postmoderna.

Així Tulli, amb El defecto, assumeix un risc molt gran. De fet no existeixen gaires novel·les que experimentin amb la forma i a la vegada que funcionin com a assaig crític social.
I és que a banda que l’esguard social es mostri amb una mirada fragmentada, la subjectivitat que embolcalla l’obra es mostra més o menys punyent depenent dels diferents punts de vista que el narrador ens ofereix. Així, aquest, no en té prou en la seva visió omniscient, sinó que sovint, com un demiürg, es personifica en qualsevol dels personatges passant sense manies de la 3ª persona (narra fets, situacions, episodis) a la 1ª persona (explora emocions i rancúnies que nien a l’ànima de cada un dels personatges). I tot, prescindint amb freqüència del diàleg formal i confiant amb les descripcions i els monòlegs interiors.

Amb tot, la prosa és força espessa, no tant formal ni estilísticament, sinó per l’alt volum d’idees i reflexions. Per tant, estem davant d’una lectura pausada, lenta, intensa i exigent. Una narrativa que, a més, ens interpel·la de forma continuada.

I és que si la bona literatura és aquella que aconsegueix transmetre sensacions, El defecto excel·leix en canalitzar una mena de malestar -sobretot certa intranquil·litat anímica- en convertir al lector en testimoni de primera mà en el procés d’enviliment de la persona humana. I és que, evitant caure en un maniqueisme fàcil, la novel·la s’edifica i es sustenta sobre una zona de grisos tot mostrant i no pas jutjant.

En definitiva una novel.la sobre la por. La de perdre el nostre status o el nostre racó de món; la por de deixar de ser nosaltres davant l’arribada de desconeguts. De com la por ens fa abraçar conductes irracionals, vils, cruels i inhumanes. I de com la por alimenta el feixisme i esborra l’individu. Una novel·la que embolcalla el lector i l’arrossega cap a les profunditats de la tragèdia humana. 

::: Altres n'han dit...
Pas a pas, El racó de la paraulaLibros prohibidos, El paxaru verde, Mujeres reseñando, Tan alto el silencio, Belletrista (Darryl Morris), The Reading Experience.

::: Enllaços:
Magdalena Tulli, posmodernisme.

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