Solaris - Stanislaw Lem




"Y después, la palabra se hace carne. Eso es todo.(...)".





Lem, Stanislaw. Solaris
Madrid: Impedimenta, 2011

Solaris. Traducció de Joanna Orzechowska
 



 Què en diu la contraportada...
Kris Kelvin acaba de llegar a Solaris. Su misión consiste en esclarecer los problemas de conducta de los tres tripulantes de la única estación de observación situada en el planeta. Solaris es un lugar peculiar: no existe la tierra firme, únicamente un extenso océano dotado de vida y, presumiblemente, de inteligencia. Mientras tanto, se encuentra con personas que no deberían estar allí. Tal es el caso de su mujer, que se suicidó años antes y que parece no recordar nada de lo sucedido. Stanisław Lem nos presenta una novela claustrofóbica, en la que hace un profundo estudio de la psicología humana y las relaciones afectivas a través de un planeta que enfrenta a los habitantes de la estación a sus miedos más íntimos.


 Com comença...
A las diecinueve horas, hora local en la nave, descendí los peldaños metálicos hasta el interior de la cápsula, tras cruzarme con quienes estaban reunidos alrededor del pozo. Dentro, disponía del espacio justo para elevar los codos. Una vez introducida la boquilla dentro del tubo que salía de la pared, la escafandra se infló y a partir de ese momento ya no fui capaz de ejecutar ni el más mínimo movimiento.

 Moments...
(Pàg. 39)
La luz se encendió y yo me estremecí. Por supuesto, se trataba de una célula fotovoltaica. Se activaba cuando anochecía. Esta tan tenso que me resultaba insoportable el espacio vacío que notaba a mis espaldas.

(Pàg. 45)
Cuando iba a la escuela, y a la luz de las revelaciones que se iban haciendo públicas, Solaris se consideraba universalmente un planeta dotado de vida, pero con un solo morador.

(Pàg. 49) 
Mientras devolvía el tomo a su lugar en la estantería, tan pesado que me vi obligado a sujetarlo con ambas manos, pensé que nuestros conocimientos sobre Solaris, a pesar de llenar bibliotecas enteras, constituían un lastre inútil, una ciénaga de hechos, y que nos encontrábamos en el mismo punto que hacía setenta y ocho años, cuando estos conocimientos se empezaron a compilar; en realidad, la situación era mucho peor si cabe, dado que el esfuerzo de todos aquellos años había resultado ser en vano.

(Pàg.50)
(...) algunos afirmaban, en privado, que todo lo que necesitábamos era una estrategia que nos permitiera solventar “el escándalo Solaris” de la manera más honorable posible.
En cualquier caso, para muchos, y en particular para los jóvenes, el “escándalo” se convirtió en una especie de piedra de toque de su propio valor: “en realidad –argumentaban-, hablábamos de una apuesta mayor que el mero hecho de profundizar en el conocimiento de la civilización solarista, ya que se trata de nosotros mismos, de los límites del conocimiento humano”.

(Pàg. 67) 
- (...)¿Qué pretendes de mí?
- Que me digas qué es lo que has visto.
- ¿Y tu...? –repuso.
- Te estás alterando. Yo te diré lo que sospecho y tú me dirás lo que sabes. Puedes estar tranquilo, no te tomaré por loco. Estoy al tanto...
- ¡Por loco! ¡Dios mío! –Quiso reírse-. Pero, amigo, tú no... no sabes nada en absoluto... eso habría sido la salvación.

(Pàg. 77) 
No podía seguir jugando con aquellas cartas marcadas por la locura que las circunstancias habían puesto a la fuerza en mis manos.

(Pàg. 81)
Necesitaba acabar con las conjeturas y conocer la verdad, aunque no me imaginaba cómo sería capaz de comprenderla realmente.

(Pàg.116) 
- (...) Esas cosas ocurren. Es cierto, pero comprenderás que también pueden existir otras... situaciones.... que nadie se ha atrevido a poner en práctica, salvo en su cabeza, en un momento de aturdimiento, de vileza, de locura, llámalo como quieras. Y después, la palabra se hace carne. Eso es todo.(...).

(Pàg. 117)
- (...) No aspiramos a conquistar otras razas, tan solo deseamos transmitirles nuestros valores y, a cambio, recibir su herencia. Nos consideramos caballeros del Santo Contacto. Esa es otra falsedad. No buscamos nada, salvo personas. No necesitamos otros mundos. Necesitamos espejos. No sabemos qué hacer con otros mundos. Con uno ya nos atragantamos (...)

(Pàg. 155)
- (...) Me gustaría abordar el problema de la motivación. ¿Qué es lo que motivó la aparición de las criaturas F? Lo plantearía de la siguiente manera: ¿qué son las criaturas F? No son personas, ni tampoco réplicas de determinadas personas, sino una proyección materializada de lo que contiene nuestro cerebro, en relación con una persona en concreto.

(Pàg. 165)
Giese carecía de inventiva, pero esa es una cualidad que no puede sino perjudicar a un investigador de Solaris, pues en ningún otro sitio la imaginación y la capacidad de plantear hipótesis con rapidez resultan tan dañinas. Al fin y al cabo, todo es posible en este planeta.

(Pàg. 178)
El destino de un solo hombre puede significar mucho, es difícil abarcar el destino de varios centenares, pero la historia de miles, o millones de seres humanos, en realidad no significa nada. Una simetriada es un millón, o más bien mil millones elevados a la enésima potencia, en sí, es algo inimaginable; resulta abrumador encontrarse en medio de una de sus naves –cada una de las cuales, a su vez, corresponde a diez veces el espacio de Kronecker-, como hormigas agarradas al pliegue de una bóveda viva, ver cómo se elevan las gigantes superficies grisáceas a la luz de nuestra balizas de señalización, cómo se penetran mutuamente, percibir su suavidad y la infalible perfección de su forma que, no obstante, es solo momentánea, porque aquí todo fluye: el fundamento de esta arquitectura es el movimiento, concentrado e intencionado. Nosotros solo podemos ver una pequeña parte del proceso, el temblor de una única cuerda de una orquesta sinfónica de supergigantes; pero hay mucho más, porque sabemos –sabemos que es así, pero no lo comprendemos- que al mismo tiempo, encima y debajo de nosotros, en el insondable abismo, fuera de las fronteras de los ojos y de la imaginación, se produce una multitud de transformaciones simultáneas relacionadas entre sí como notas ligadas por un contrapunto matemático. Por ello, alguien la bautizó con el título de sinfonía geométrica, y nosotros somos sus sordos oyentes.

(Pàg. 210)
- (...) ¡pero de qué forma hablaba de ella! Fue entonces cuando entendí que cualquier cosa que hiciera daría igual, porque, independientemente de todo, para ti tenía que ser una tortura. O, en realidad, mucho peor, porque el utensilio de tortura es inanimado e inocente como una piedra que puede matar al caer. Y me fue imposible imaginar que una herramienta pudiera vivir bien y amar. Me gustaría decirte, al menos, lo que sentí yo después, cuando lo entendí todo, mientras escuchaba la cinta. Quizás te sea útil. Incluso he intentado apuntarlo...
- ¿Por eso encendiste la luz? –pregunté, con una voz sofocada que me salía a duras penas de la garganta.
- Sí. Pero no sirvió de nada. Porque yo buscaba en mí sabes... a ellos... a otra cosa, estaba completamente enloquecida, ¡te lo juro! Durante un tiempo, me pareció que no tenía cuerpo bajo la piel, que algo distinto me habitaba, que tan solo, tan solo era una superficie. Una superficie destinada a engañarte. ¿Entiendes?
- Entiendo.
- Cuando te pasas horas acostado de noche, sin dormir, en ocasiones puedes llegar muy lejos con el pensamiento, y a lugares muy extraños, ¿sabes? (...)

(Pàg. 241)
El silencioso gigante solarista ha atraído, durante décadas, a los mejores matemáticos, físicos, eminencias de la biofísica, de la teoría de la información, de la electrofisiología. De repente, de un año a otro, el ejército de investigadores se vio privado de sus líderes. Lo que quedó fue una masa gris, anónima, de pacientes coleccionistas, compiladores, autores de más de un experimento prometedor, pero faltaron expediciones en masa, a la escala del planeta, e hipótesis atrevidas y unificadoras.

(Pàg. 247)
La solarística, decía Muntius, es un sucedáneo de religión de la era cósmica, fe disfrazada de ciencia; el Contacto, el objetivo que pretende, no es menos vago y oscuro que el trato con los santos o el sacrificio del Mesías. Empleando fórmulas metodológicas, la exploración equivale a liturgia, el humilde trabajo de los investigadores se traduce en espera de una epifanía, de una Anunciación, ya que no existen, ni deben existir puentes entre Solaris y la Tierra.

(Pàg. 265)
- (...) ¿Quién lo ha hecho? ¿Quién nos ha hecho esto? ¿Fue Gibarian? ¡Giese? ¿Einstein? ¿Platón? Eran todos unos delincuentes, ¿sabes? Piensa que, en el interior  de un cohete, el ser humano puede estallar como una burbuja, o solidificarse, o cocerse, o vaciarse de sangre tan rápido que no le dé tiempo ni a gritar; después, los huesecillos golpearán las paredes de chapa, mientras dan vueltas por las orbitas de Newton corregidas por Einstein; ¡son los mensajeros del progreso! Nosotros acudimos sin protestar, porque es un camino precioso; por fin hemos llegado y nos hemos realizado, aquí, en estas celdas, sobre estos platos, entre friegaplatos inmortales, rodeados de un ejército de fieles armarios y devotas tazas de WC.

(Pàg. 282)
- (...)por un casual, ¿sabes si alguna vez ha existido una fe en un dios... imperfecto?
- ¿Imperfecto? –repitió, arqueando las cejas-. ¿Qué quieres decir? En cierto sentido, los dioses de todas las religiones eran imperfectos por culpa de sus exagerados rasgos humanos. El Dios del Antiguo Testamento, por ejemplo, era un alborotador, sediento de víctimas propiciatorias y de muestras de repesto, celoso de otros dioses... Los dioses griegos, por su inclinación a riñas y disputas familiares, eran también imperfectos de un modo intrínsecamente humano.
- No –lo interrumpí-, me refiero a un dios cuya imperfección no sea le resultado de la simplicidad de sus creadores humanos, sino que constituya su rasco principal e inmanente. Ha de ser un dios con limitaciones de su omnisciencia y omnipotencia, falible a la hora de prever el futuro de sus obras y a quien el desarrollo de su spropias creaciones pueda causar pavor. Un dios minusválido cuyos deseos superen con creces sus posibilidades y que no sea consciente de ello inmediatamente. Un dios capaz de construir relojes, pero no el tiempo que miden. Creador, con determinados fines, de regímenes y mecanismos que acaben superando sus objetivos y traicionándolos. Creador, asimismo, del infinito que, en vez de ser una medida que refleje su poder, se termina convirtiendo en la medida de su fracaso.
- En su momento, el maniqueísmo –empezó a decir, vacilante, Snaut. El recelo con el que se dirigía a mí últimamente había desaparecido.
- Pero esto no tiene nada que ver con la distinción entre el bien y el mal –lo interrumpí enseguida-. Ese dios no existe fuera de la materia y no es capaz de liberarse de ella, siendo esto lo único que desea...
- No conozco semejante religión –dijo, tras un momento de silencio-. Nunca se ha...considerado necesaria... Si te he entendido bien, y me temo que sí, estás pensando en un dios evolutivo, que se desarrolla con el tiempo y madura, que se hace cada vez más poderoso, pero consciente al mismo tiempo de su impotencia. Tu dios es un ser para quien la divinidad es un callejón sin salida y, una vez que comprende eso, se entrega a la desesperación. De acuerdo, pero un dios desesperado sigue siendo un ser humano, ¿no es cierto, querido? Estás hablando del ser humano ... No solo es una pésima filosofía, también es un pésimo misticismo.


 Altres n'han dit...
Fantàstik, Lucky BukeLa biblioteca del Kraken, The sky was pinkError 500, Imperio FuturaDesde Tartessos, Tarántula, Nueva BaratariaLa medicina de Tongoy.

 Enllaços:
Stanislaw Lem, novel·la o assaig metafísic?, novel·la d'imatgesles dinàmiques del Sol com a inspiració, fils argumentals, temes, tipologies de comunicaciódel pessimisme com a font inspiradora, "veo gente muerta", sobre les traduccions.

Comentaris

  1. Enhorabona a tu també pel bloc! M'agrada, és molt diferent dels altres blocs de lectures que he vist. Solaris és una raresa bonica.

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