ÉtuŋwAŋ. Aquel-que-mira - Thierry Murat



" (...) estoy tomando conciencia de mi indiferencia hacia la “civilización blanca”; un alejamiento lento, paulatino, físico y cerebral."











Murat, Thierry. ÉtuŋwAŋ. Aquel-que-mira.
Ponent  Mon, 2017

ÉtuŋwAŋ. Celui-qui-regarde. Traducció de Inés Clavero


::: Què en diu la contraportada...
Año 1867, Pittsburgh, Estados Unidos. Joseph Wallce se gana la vida como fotógrafo de la clase alta en una próspera ciudad industrial, una actividad que le garantiza una existencia acomodada, pero carente de toda fantasía artística. Joseph se embarca como fotográfo oficial en una expedición para explorar nuevos yacimientos y territorios que colonizar, pero la aventura resulta ser un viaje sin retorno hacei el interior de sí mismo. Cuando este tranquilo padre de familia conoce a una tribu de siux oglaas, su vida cambia para siempre; se convierte en Étunwan, Aquel-que-mira. Entonces descubre la verdadera misión artística del fotógrafo: no basta con reproducir la realidad de los seres y d elos objetos, también hay que sublimarla. La esencia de su arte radica en saber contar con la mirada.

::: Com comença...
































::Moments...
(Pàg. 15)







(Pàg. 24)

(Pàg. 26)



(Pàg. 29)



(Pàg. 33)










































(Pàg. 47)

















(Pàg. 48)


























(Pàg. 51)
Tal vez sea inútil pretender atrapar las cosas a toda costa y querer detener el movimiento, aunque sea en el espacio de un instante –o aun mejor, querer dar la ilusión de esa pausa- pues, al fin y al cabo, todo continúa sin nosotros, inevitablemente.

(Pàg. 65)



(Pàg. 76)


















(Pàg. 77)
No es que tres o cuatro escenas de la vida cotidiana tomadas “al natural” están exentas de interés, pero no es suficiente...
Por lo pronto, contemplo seriamente la posibilidad de regresar a las Grandes Llanuras del Oeste antes de que sea demasiado tarde. Desde que volví, he sentido la imperiosa necesidad de fijar en la placa fotosensible de nuestra memoria todos esos frágiles instantes de un pueblo entero que está a punto de cambiar radicalmente su modo de vida. Quiero elaborar una memoria fotográfica que atestigüe la belleza primitiva de esta cultura, antes de que desaparezca por completo, sepultada bajo los escombros de este siglo que agoniza...

(Pàg. 81)











(Pàg. 87)
(...) Una vez más, seguí tus consejos literarios y me procuré “Walden, o la vida en los bosques”. Fue una lectura apasionante, aunque me da la impresión de que este Henry David Thoreu no entendió nada....
La salvación del individuo no está en el aislamiento, ¡sino en el deseo acuciante de acercarse al Otro! Pero tal vez sea yo quien lo ha entendido mal...
En cambio, he incluido en mi equipaje a las misteriosas flores malsanas de ese tal señor Baudelaire, que me intrigan sobremanera. Esta selección de poesías me acompañará a lo largo de mi viaje hasta el fin de mi mismo (...).


(Pàg. 95)













(Pàg. 96)





















(Pàg. 108)
Cuarto día del mes de julio de 1868. Ya hace casi veinte días que no abría este diario. ¿Cómo explicar mi silencio? No sabría hacerlo...  Sea como fuere, en este día de la Independencia de los Estados Unidos, estoy tomando conciencia de mi indiferencia hacia la “civilización blanca”; un alejamiento lento, paulatino, físico y cerebral.


(Pàg. 110)
Fueron los niños los primeros que me llamaron “Etunwan”, Aquel-que-mira.
Ese es ahora mi nombre... Y me reconozco bien en el apodo, pues es cierto que no me canso de mirarlos vivir...


(Pàg. 113)
































(Pàg. 128)
El cuerpo es el templo del espiritu...
Pero todo aquel que miente da muerte a su alma.

(Pàg. 133)
Entonces, me contaste aquella historia de los tiempos remotos.
La del joven brujo partido al otro lado del mundo, al país donde el sol jamás se levanta, para combartir al Gigante-de-Piedra, a los Pájaros-Trueno y a los Hombres-Perros, para salvar su pueblo. Cuando una infinidad de siglos después regresó a su campamento tras ese largo viaje nada había cambiado. Todos los tipis seguían en el mismo lugar. Nadie había envejecido...
Y entonces, una hermosa joven que debía de tener varias veces cien años se acercó a él  y el le dijo: “El tiempo no existe...”

(Pàg. 142)
No me prohibo retoque ni encuadre alguno. Acentúo la profundiad de campo mediate el trabajo de la luz, como los pintores. Gracias al bicromato de potasio, he conseguido obtener copias que van del marrón purpúreo más intenso hasta las tonalidades más delicadas. Siento el deber imperioso de evitar la mediocridad de la primera copia, de borrar la fealdda accidental de la composición, de elevar a mi sujeto, de corregir lo falto de gracia, para conseguir que los indios se parezcan a si mismos, y no a las ideas heredadas fdabricadas por los blancos. No mostraré pieles rojas salvajes, sanguinarios o alcohólicos. No me he topado con uno solo en estas Gandes LLanuras, tan alejadas de nuestros prejuicios...

(Pàg. 143)
Yo quiero mostrar seres humanos, orgullosos y dignos, habitados por sentimientos tan bellos, complejos y contradictorios como la compasión, la ira, el arrepentimiento, el desprecio, la indiferencia o la melancolía. Ojalá esta empresa pueda ser entendida tanto por los estetas a quienes tanto les cuesta considerar la fotografía como un nuevo arte, como por aquellos científicos que no abogan más que por la retransmisión exacta de la realidad. Espero que los etnólogos sepan valorar este trabajo en su justa medida (...).

(Pàg. 145)



























(Pàg. 152)
No estoy aquí. No estoy en ningún sitio. .. Y todo esto nunca sucedió.


(Pàg. 158)













































::: Altres n'han dit...
El descodificador, Pompas de papelFancueva, Paraiso de las puertas, Cómics para bibliotecasBodoï, Bar à BD, D'une berge a l'autre, 9è art, Pep Grill.

::: Enllaços:
Thierry Muratque no, que nooooo, que no és un western, carai!, Walden,  Les flors del mal, part de la nació Lakotacapturats per a la posteritat, fotografia etnogràficaEduard S. Curtis, el pionerl'ànima de les expedicions.

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