El ángel caído - Per Olov Enquist

 

 "Nació monstruo. Monstruo era la denominación correcta. Era la que usaba él mismo."

 







Olov Enquist, Per. El ángel caído.
Madrid: Ediciones de la Torre, 1998

Nedstörtad ängel. Traducció de Martin Lexell i Cristina Cerezo
Col·lecció Biblioteca Nórdica, 8


::: Què en diu l’editorial...
Una obra sueca, original, sobre los límites de la condición humana, el amor, la compasión…

::: Com comença...
Todavía guardo una de les breves y extrañas notas del chico. Sólo hay seis palabras. Desvela mi cara con tu aliento.
¿Una oración?

::: Moments...
(Pàg. 16)
“¡No se puede explicar el amor”!, gritó.
Pero si no se intentara, si no se intentaba, ¿dónde estaríamos entonces?.

(Pàg. 22)
El cementerio de Uppsala, el más occidental y el más nuevo, aquel donde los árboles todavía no habían crecido, donde comienza el llano y donde siempre creí que ningún muerto querría vivir (...).

(Pàg. 31)
(...) de repente las caras de todos los amigos parecen profundamente hostiles. Uno se pregunta si realmente alguna vez les ha gustado. O uno se puede preguntar si alguna vez él se ha visto a sí mismo.

(Pàg. 33)
Era costumbre allí fotografiar a los cadáveres en su ataúd. A veces las fotos se enmarcabany se colocaban en la cómoda, una especie de retratos horizontales, catacumbas de la provincia de Västerbotten. Pero nunca había visto una foto del cadáver de mi padre. Y, de pronto, la encontré en un sobre blanco.
Lo recordaré siempre. Fue como recibir una bofetada. Miré fijamente la foto, como paralizado, porque al principio no supe quién era. Tenía la foto en la mano, y creí que era a mí mismo a quien veía. Era yo el que estaba allí, sin duda, se me parecía tanto, no había duda. Cara rasgo era mío. Debo ser yo. Sólo había una cosa que no entendía: por qué estaba en un ataúd.
Luego comprendí que era mi padre.
Siempre recordaré esos segundos. Fue la primera vez que me vi a mi mismo. Tenía dieciséis años y pasarían otros treinta hasta que me viese a mí mismo por segunda vez.

(Pàg. 41)
La esposa de K vivía en Skolgatan, en el centro de Uppsala, junto a su hija, veía al chico cada vez más regularmente. Dice haberlo amado, él tenía su propia llave del piso. Un viernes del mes de octubre de 1981 llegó un par de horas antes de lo habitual, sólo estaba la niña en casa y, dicho sea de paso, a ella le gustó mucho. Jugaron juntos como dos niños, el chico había llegado demasiado pronto y en la casa sólo estaba la niña y empezaron a hacer un puzle y llevaban haciéndolo una media hora más o menos, era el puzzle de Suecia, el grande, y después de una media hora de repente la había estrangulado. La había estrangulado. Es la verdad. Él la había estrangulado.
Sin violencia sexual.
No había motivos.

(Pàg. 47)
Probablemente nació a principios de 1880, no se puedo averiguar más. Nació monstruo.
Monstruo era la denominación correcta. Era la que usaba él mismo.

(Pàg. 50)
(...) Lo retenían como protección contra las desgracias, ya que obviamente no podía pensarse que Satán quisiera destruir a uno de sus propios hijos permitiendo que la mina se derrumbara:
Como un ángel caído del cielo, era un rehén contra la maldad misma.

(Pàg. 55)
(...) consiguió obtener el primer mensaje, muy breve.
Muy breve, una palabra: Mátame.
La definición más corta que conozco de un ser humano: el derecho a añorar dejar de existir. ¿Una especia de frontera?

(Pàg. 57)
(...) estaban capturados uno en el otro. Primero fueron desgraciados en su cautiverio y ella contaba con maldad, le hacía daño. Luego quiso que su canto alcanzara a los otros; entonces él se negó. Así que volvió a cantar maliciosamente.
Él era el único que hubiera podido interceptarlo. No lo hizo. ¿Fue a causa del amor?

(Pàg. 65)
Los conozco desde hace veinte años, pero nunca los he entendido. A veces, cuando los veo, se me ocurre que un mundo libre de amor sería un mundo considerablemente mejor para vivir.

(Pàg. 67)
Es horrible ver a un ser humano que quiere morir, pero no puede. Es casi solamente entonces cuando puede distinguirse lo que es un ser humano. Justo en el límite.

(Pàg. 68)
El mundo estaba lleno de monstruos.
Luego, como ya se sabe, se acabaron. Puede decirse: mejores condiciones médicas, métodos de análisis y diagnósticos más exactos, amniocentesis, posibilidades de operar, así como condiciones de custodia más perfectas y estrictas los han hecho invisibles.
Los han escondido dentro de nosotros, se podría decir.

(Pàg. 69)
¿Qué palabras ya no escribimos nunca durante nuestras terribles noches de insomnio? ¿Misericordia?

(Pàg. 89)
¿Qué fue lo que vio el chico en esos dos niños, qué es lo que vio? ¿Qué lo aterrorizó tanto que tuvo que matarlos?
En el asilo escribía extrañas anotaciones en pequeños trozos de papel: primero los escribía, luego los manchaba de excrementos y los tiraba al suelo.
Entonces los recogían. Fueron registrados y analizados. No daban respuestas. “Ángel caído”, ponía. “De todas maneras, supongo que todavía soy una especie de ser humano”, estaba escrito.
Una especie de.

(Pàg. 92)
K me ha enseñado algunas de las pequeñas y maníacas notas que encontraron en la habitación del chico; algunas no hasta después de su muerte.
Pequeños mensajes en un código desconocido. No se sabe si las palabras son suyas, o si las encontró en algún libro. De todas maneras yo no reconocí nada. “Alguien tiene que ser el enlace entre la luz y la oscuridad.” “Sólo los culpables merecen ser absueltos.”

(Pàg. 95)
Satanás, el ángel expulsado del cielo y rechazado, era el dios de la secta. A él le rendían culto, era una creencia humanista, no teológica. Mientras para los cristianos dios era le centro, para el Satanismo el hombre era el centro. Mientras el hijo de Dios había ascendido al cielo, Satanás había caído del cielo y permanecía entre los hombres. Y se había convertido en el santo de los marginados, el dios de los rechazados, el de los no afortunados, el de los expulsados, el de los imperfectos, es decir, el dios del hombre.

(Pàg. 95)
(...) Ya que Dios una vez repudió a Satanás, ahora los monstruos repudiaban a Dios.
Era muy simple, quizá demasiado. Pero para ellos la verdad era evidente: se veían a sí mismos como los últimos defensores del hombre. Se hallaban en la última frontera del hombre: y allí, en la frontera, acamparon.

(Pàg. 99)
Fueron expulsados del amor, arrojados del cielo del amor. Su sufrimiento carecía totalmente de sentido. El sufrimiento sin sentido fue lo más doloroso de todo. Ahora entendían que en Dios había una grieta, que el amor era tanto la muerte como la vida y que ellos mismos representaban la vida.

(Pàg. 101) 
(...) la mujer había intentado interponerse entre ellos a la fuerza e intentó quedarse embarazada y quizá lo había logrado, sólo para poder poseerlo, y sin entender, sin entender, sin entender, sin.
Amor que sólo era muerte.

::: Què en penso...
Com explicar que aquesta no és una novel·la d’agradar o no agradar? Com donar a entendre que aquesta novel·la colpeja fort i a fons? Com aclarir que el seu valor no ve donat tant pel relat que explica ans per les emocions crues i sensacions profundes que genera al lector?

Com explicar que és una història de monstres quotidians -com tu i com jo-? Com explicar que cal una segona lectura immediatament en acabar la primera? Com explicar que la lectura de El ángel caído genera més preguntes que respostes?

No, no és una novel·la formalment grandiloquent; tampoc és una novel·la convencional. No té un principi, no té cap final. No és d’aquests tipus de llibres...El ángel caído és la materialització del malson que pots tenir aquesta nit: provoca, corprèn, incomoda i, sobretot, pertorba....

La novel·la d’Enquist no és una lectura plaent. Tampoc és fàcil. El lector ha de fer un esforç considerable per comprendre fons i forma. La proposta d’Enquist -interessada en mostrar la necessitat gregària dels humans, de pertànyer, de ser inclòs si voleu- es caracteritza per una trama fragmentada, fins i tot calidoscòpica, que salta d’una història a una altra (aparentment desconnectades) amb una escriptura emotiva.

El to intimista amb que l’autor tracta les quatre històries contrasta amb el drama que aquestes ens expliquen -en algun cas, fins i tot tragèdia-. Així, temes com la soledat, la incomprensió o el rebuig, afloren en un text estructurat talment una composició musical (preludi, temes i coda final).

L’angoixa que genera la lectura de cada una de les històries segurament té el seu origen en un fraseig llarg que crea força subordinacions combinat amb fragments d’escriptura desbocada, gairebé telegràfica i del tot sincopada.

Sí, la prosa d’Enquist és estranya. Una prosa irreverent que es nodreix també amb la musicalitat que (com en una cançó) neix de les reiteracions escampades en diferents escenes. Però també és molt subtil doncs és capaç de transmetre al lector el caràcter i el to amb que ha d’interpretar cada moviment.

És així com la novel·la -talment un monstre- em genera una gran fascinació. Una mena de desig insà nascut de la tonada aflautada d’un encantador de serps. I és que tot aquest aparell formal està al servei de la reflexió bàsica de la novel·la sobre els límits del concepte humanitat: on acaba l’essència humana i on comença l’entitat monstruosa (la demència, la tara, el crim...). Vet aquí, on hi ha el punt d'equibri entre eros i thanatos.

Per Olov Enquist qüestiona allò que entenem per normalitat i com que no en té prou burxa la frontera entre normalitat i anormalitat, entre uniformitat i irregularitat. Això també el porta en a escorar-se cap a un debat teològic a partir de la dualitat Déu-Diable.

En tot cas, la novel·la té una extranya virtut: en llegir-la per primer cop no pots copsar la totalitat del missatge que l'autor suec vol transmetre i, en tancar la darrera pàgina, com si fos un automatisme mental, un rum-rum se t’instal·la a la ment.

El lector intel·ligent no necessitarà d'una segona lectura per aclarir-ho. Però jo sí que l’he necessitat. I en fer-ho, les idees, les situacions i els personatges han anat combinant-se per oferir una reflexió gens trivial: el que som i el que volem ser no sempre és el mateix i per això mateix som imperfectes... És per això que tots som uns monstres (als ulls dels altres) i, com a tals, hem d'arrosegar un càstig que és el dolor de viure per (veure) morir.
::: Altres n'han dit...
Un libro al dia, Monólogo interior, Complete Review.

::: Enllaços:
Per Olov Enquist, perfil de l'autor, Pascual Pinon, Satanisme.



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