Relato soñado - Arthur Schnitzler



"- (...) ningún sueño –suspiró él suavemente- es totalmente un sueño."





Schnitzler, Arthur. Relato soñado.
Barcelona: Acantilado, 1999

Traumnovelle. Traducció de Miguel Sáenz.
Col·lecció, El Acantilado, 6




::: Què en diu la contraportada...
«—No te me escaparás. Tienes que llevarme.
—Pero amigo…
—Déjame a mí el resto. Ya sé que es “peligroso”… quizá sea eso lo que me atrae.»
Quien habla así es Fridolin, un joven médico vienés, acomodado, felizmente casado y padre de una niña, que durante unos carnavales se siente misteriosamente arrastrado hacia lo desconocido, un mundo a medio camino entre el sueño y la vigilia, en el que, atrapado por el deseo, vivirá experiencias de extraña y fascinadora intensidad. Con una sutileza fuera de lo común y unas capacidades descriptivas y psicológicas extraordinariamente modernas, Arthur Schnitzler nos sitúa en un terreno ambiguo y ambivalente, de una mágica ensoñación.

::: Com comença...
“Veinticuatro esclavos morenos remaban en la espléndida galera que llevaba al príncipe Amgiad al palacio del Califa. El príncipe, sin embargo, envuelto en su manto púrpura, estaba echado en cubierta bajo el cielo de la noche, de un azul oscuro y tachonado de estrellas, y su mirada...”
Hasta entonces la pequeña había leído en voz alta; ahora, casi de pronto, se le cerraron los ojos.

::: Moments...
(Pàg. 30)
(...) recordó al muerto que acababa de dejar y, con un estremecimiento, incluso con asco, pensó que, en aquel cuerpo delgado tenido bajo la parda manta de franela, la descomposición y desintegración, siguiendo leyes eternas, habrían comenzado ya su obra. Y se alegró de vivir aún, de que, según todas las probabilidades, todas aquellas cosas horribles estuvieran aún tan lejos de él; sí, de estar todavía en plena juventud, tener una mujer encantadora y atractiva y poder disponer además, si se le antojaba, de una  varias mujeres más.

(Pàg. 39)
Vagó de un lado a otro por las calles nocturnas, dejó que el suave viento del sur le acariciara la frente y, por último, con paso decidido, como su hubiera llegado a una meta mucho tiempo buscada, entró en un café de poca categoría, acogedor al viejo estilo vienés, no especialmente espacioso, escasamente iluminado y, a esa hora, poco concurrido.

(Pàg. 58)
El coche se detuvo. ¿Qué pasaría, pensó Fridolin, si no bajara... y me volviera enseguida? ¿Pero adónde? ¿A casa de la pequeña Pierrette? ¿A la de la pequeña prostituta de la Buchfeldgasse? ¿A la de Marianne, la hija del difunto? ¿O a mi propia casa? Y con un ligero estremecimiento se dio cuenta de que ningún lugar lo atraía menos que su casa.

(Pàg. 66) 
Fridolin estaba como borracho, no sólo de ella, de su cuerpo perfumado, de su boca al rojo, no sólo por la atmósfera de aquella sala, por los secretos voluptuosos que lo rodeaban....; estaba ebrio y sediento a la vez de todas las experiencias de aquella noche, ninguna de las cuales había terminado; de sí mismo, de su audacia, de la transformación que sentía en su interior.

(Pàg. 74)
¿Tal vez había momentos, noches, pensó, en que, de hombres que en circunstancias normales no tienen ningún poder especial sobre el otro sexo, se desprende un hechizo extraño e irresistible?

(Pàg. 105)
(...) en la escalera volvió a cobrar conciencia de que todo aquel orden, todo aquella armonía, toda aquella seguridad de su existencia no eran más que apariencia y mentira.

(Pàg. 109) 
¿Y ahora qué? ¿Ir a casa? ¡Y a dónde si no! Hoy no podía hacer ya nada más. ¿Y mañana? ¿Qué? ¿Y cómo? Se sintió torpe, desvalido, todo se le escurría entre los dedos; todo se volvía irreal, incluso su casa, su mujer, su hija, su profesión, sí, él mismo, mientras seguía recorriendo mecánicamente las calles vespertinas, dejando vagar sus pensamientos.

(Pàg. 131) 
- ¿Qué vamos a hacer, Albertine?
Ella sonrió y, trans una breve vacilación, repuso:
- Dar gracias al Destino, creo, por haber salido tan bien librados de todas esas aventuras... de las reales y de las soñadas.
- ¿Estás segura? –le preguntó él.
- Tan segura que sospecho que la realidad de una noche, incluso la de toda una vida humana, no significa también su verdad más profunda.
Y que ningún sueño –suspiró él suavemente- es totalmente un sueño (...).


::: Altres n'han dit...
Els gustos reunits, Un libro abierto, Apostillas literarias, Lector con pulsoEntre montones de libros, Ancha es mi casa, La antigua Biblos, Lecturas del Rey Mono, Cuchitril literario, Once upon a reading, Pep Grill.

::: Enllaços:
Arthur Schnitzler, perfil de l'autorcontext cultural, l'allargada ombra de Freud, Doppelnovelle, temàtica i nova adaptació, Kubrick,...sempre Kubrick,

::: Llegeix-la:
Alemany (multiformat)

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