Historias de amor - Robert Walser






"Quien no ama no existe, no vive, está muerto."



Walser, Robert. Historias de amor
Barcelona:  Siruela, 2003


Liebesgeschichten. Traducció de Juan de Sola.
Col·lecció Libros del Tiempo, 159 i


è Què en diu la contraportada... 
De los más de mil relatos cortos escritos por Robert Walser unos cien versan sobre el amor. Volker Michels, germanista y autor del epílogo que acompaña esta edición, seleccionó en 1978 ochenta y los ordenó cronológicamente. Estos relatos demuestran la gran variedad del registro expresivo de Robert Walser y dan fe de la evolución de un autor que tenía un concepto poco convencional del amor y del erotismo. En ellos se manifiesta un desmesurado amor mundi que lo envuelve todo, las muchachas y los pájaros, las nubes y las mujeres distantes, las flores en los prados y los enamorados que se tumban sobre ellos con su mirada benévola pero también pícara.
Con graciosas caricias poéticas, abundantes diminutivos y giros verbales absolutamente delirantes, Robert Walser recoge todo lo que le viene a las mientes para conformar un mundo palpitante de comunicación amorosa y de placer. Son éstas, en suma, unas historias plenas de un humor corrosivo contra la hipócrita moral burguesa, en las que también aparecen irónicas imitaciones de la literatura amorosa y recreaciones burlescas de los sueños de la adolescencia.


è  Com comença...
Tenía Simon veinte años cuando, una tarde, se le ocurrió que, así como en aquel momento estaba tumbado sobre el blando y verde musgo a la orilla del camino, podría irse a otro lugar y hacerse paje. Gritó esto en voz muy alta al aire, hacia las copas de unos abetos que, no sé si será cierto o inventado, sacudieron sus farisaicas barbas y entonaron una carcajada muda, como de piñas de abeto, que ayudó a nuestro hombre a levantarse y lo espoleó a ser inmediatamente aquello que con incontenible apetito deseaba ser.
Simon. Una historia de amor.

è  Moments...
(Pàg. 23)
He soñado que era un pequeño, inocente y joven muchacho, tan joven y tierno como nadie lo fue nunca y como uno tan sólo puede serlo en los sueños oscuros, profundos y hermosos.
El sueño.

(Pàg. 30)
Quien no ama no existe, no vive, está muerto. Quien tiene ganas de amar se levanta de entre los muertos; y sólo está vivo quien ama.
La invitación

(Pàg. 38)
La pobre muchacha se sintió un día engañada en todas sus bellas ideas y sentimientos, pues la señora Razón terminó al fin por abrirle los ojos. Vio el engaño tan cerca de sí, que afirmó que podía tocarlo con la mano. Y eso no hubiera supuesto mayor desgracia de no ser porque tuvo que decirse que no había aprovechado los mejores años de su vida. Había envejecido hasta obtener una explicación.
- No ha merecido la pena-suspiró, y bajó decepcionada la cabeza.
Dos mujeres

(Pàg. 59)
(...) Yo mismo me considero más un tipo bueno, tonto y honesto, que malo, listo y ambiguo, más ingenuo que taimado, más recto que torcido y, por desgracia, más insignificante que importante o connotado. En líneas generales, quizá sea un hombre bastante pasable y simpático, aunque hasta la fecha no lo haya demostrado.
Marie

(Pàg. 64)
Herir sin escrúpulos el amor propio y la natural vanidad de alguien, ser grosero, desconsiderado y descortés en  tal o cual situación es algo que, a Dios gracias, considero y he considerado siempre tan indelicado como imprudente, tan brutal como necio, tan cobarde como cruel (...) Cuando uno es consciente de que hablando destruye algo bueno, entrañable y excelente, mientras que callando no produce el menor daño ni perjuicio, calla de buen grado.
Marie

(Pàg. 75)
He visto mujeres bellas y orgullosas en cuyos ojos titilaba el temor a que pudiera desvanecerse su belleza y, por lo tanto, acabar también su buena estrella. Jamás vi nada parecido en Luise. He visto a mujeres preciosas enfurecerse por el viento y por la lluvia que tuvieron la osadía de causar algún desorden en el santuario de sus cabellos, y más de una vez ha sucedido que tuviera yo la ocasión de ver a mujeres castañeteando los dientes de ira ante el bien conservado encanto de sus iguales femeninas.  Tal vez no ande uno muy equivocado al osar decir que el aspecto de dichas mujeres de sebe al suplicio permanente que ellas mismas se provocan con la preocupación por su boca, mejillas, ojos, peinado y figura. Parece que son muchas las mujeres que no logran jamás escapar a la pequeña, en el fondo bien miserable idea de su aspecto, y que no pueden estar contentas, puesto que son esclavas atormentadas que tiemblan ante el látigo de la espantosa pregunta: "¿Cómo estoy?" o "¿Qué aspecto tengo?".
Luise

(Pàg. 85)
Qué pobre soy en un mar de estímulos. Pero me alegro, pues pienso que sólo el pobre es capaz de deshacerse de su personalidad más inmediata para perderse en algo mejor, en el vaivén que nos hace dichosos, en el movimiento que no cesa, en lo sublime que no deja de crecer, en lo universal oscilante, en lo inextinguible común que nos sostiene, hasta que nos den paz y sepultura.
Carta de amistad.

(Pàg. 106)
(...) disfruté de los favores de una hermosa y encantadora muchacha en tanto en cuanto la ofendí; se le quedó grabado. Si nos comportamos debidamente, dejamos menos huella en las almas.
La declaración de Alfred

(Pàg. 116)
Amor es una palabra demasiado bonita  como para decirla a la ligera; preferiría sentir lo que significa.
Cuándo los débiles se creen fuertes.

(Pàg. 120)
(...) Con las muchachas hay que ser cortés por fuera y duro por dentro. Sólo se dejan convencer por los hipócritas. Lo encuentro divertidísimo.
Edith y el muchacho

(Pàg. 142)
En gran medida, uno posee tan sólo aquello de cuanto carece porque se ve obligado a buscarlo. Se vive buscando. Todo el mundo busca algo.
La debilidad puede ser fuerza

(Pàg. 144)
-¡A partir de ahora me vas a adorar! Y no es que lo desee, sino que te lo ordeno.
Escritor y ama de llaves

(Pàg. 146)
Por lo general, uno cree siempre por desgracia ser muy listo cuando piensa lo peor de sus iguales, y cree que debe tenerse por muy tonto por creer al prójimo capaz de algo bonito.
Escritor y ama de llaves.

(Pàg. 157)
La esperanza es un concepto con el que es mejor no trabar amistad. Jamás se me ocurrió esperar alguna cosa. El optimismo vivía en mí sin que yo lo supiera.
Hombre y mujer

(Pàg. 158)
Pensar es una molestia que los jóvenes, por fortuna, estamos muy lejos de sufrir, y contra la que los más maduros, en su lamentable situación, se ven obligados a luchar.
Cuento de Navidad.

(Pàg. 176)
Yo no vago; vivo sin vivir nada, no me ofrezco a ninguna experiencia.
La flor

(Pàg. 196)
(...) He aquí un gran problema  del tiempo en el que estamos condenados a vivir: que todo está permitido. Cuando está tan descaradamente permitido que los enamorados se abracen sin que uno de ellos tenga que mirar o girarse preso de la zozobra para ver si hay moros en la costa, entonces no hay novela italiana que valga. Oskar y Emma pretendían hacer una novela, pero no llegó a buen puerto y cayó en pedazos. El estilo pierde. Pretender conseguir una novela cuando falta el peligro es empezar mal. El peligro son las venas de una novela; los obstáculos, su vida. Y ya no quedan más obstáculos en este mundo sin orgullo ni principios, incapaz de prejuicio noble alguno. Incluso los niños pueden llegar cuando quieren, antes y después de la sagrada unión. Oskar y Emma lo sabían y veían cómo una angustia se adueñaba de su corazón. Sus padres eran gente sin prejuicios, ¡qué calamidad! No hay novela posible sin prejuicios. Las novelas crecen sólo en el terreno agreste y delicioso de las convenciones. Una historia de amor no existe si hay alguien a quien todo le resulta indiferente y no hay nadie a quien nada le resulte indiferente. En la antigua novela italiana a nadie le resulta nada indiferente, y es por eso, precisamente por esos, por lo que Oskar y Emma hubieran querido morirse. Pero morir no es tan fácil si no se saca un puñal. Por poco se mueren de las ganas de tener un puñal.

è Altres n'han dit...
Centro de Estudios Robert Walser, La antigua Biblos, Lux Atenea Webzine, Marina Neubert 

è Enllaços:
Robert Walser

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