La última nochevieja de la humanidad - Niccolò Ammaniti


Ammaniti, Niccolò. La última nochevieja de la humanidad.
Barcelona:  Grijalbo-Mondadori, 1996





FANGO

Traducció de Juan Vivanco
Col·lecció Literatura Mondadori, 52


>> Què en diu la contraportada...
«Si el lector empieza por "La última nochevieja de la humanidad", habrá leído más de la tercera parte del libro sin darse cuenta. Si le gusta, atribuye las cualidades positivas del relato a todo el libro y sigue adelante, tan contento. "Respeto" es corto y habla de sexo y violencia, de modo que el lector le arroja este relato negro como pábulo a su Sombra y pasa de largo. Se consolida la idea de que La última nochevieja de la humanidad es un buen libro. Y así, nuestro impávido lector llega a "Sueño contigo, con terror". Aquí le ponemos a prueba. Si tiene nervios templados, hechos de acero y alambre espinoso, lo termina. Está agotado, pero se encuentra frente a "El zoólogo", un oasis en medio del horror. Se relaja. Y entonces, a traición, le damos un porrazo en la cara con "Vivir y morir en el Prenestino" y le dejamos tumbado, boqueando, diciéndose: "¡Este libro es una obra maestra!". Si después el lector muere por causas naturales, "Papel y Hierro" no tiene ninguna influencia en su salud mental; en cambio, si sobrevive, dispone de fuerza suficiente para tocar fondo. Pero yo no asumo la responsabilidad. Él se lo ha buscado.» N.A.

>> Com comença...
Martes 31 de diciembre de 199...
1.Cristiano Carucci

A Cristiano Carucci se le ocurrían tres posibilidades para salir del paso esa dichosa noche.
Uno.
Ir con el resto de la panda al centro social Argonauta. EL programa de esa noche era la megafumata de nochevieja y el concierto de los Animal Death. Pero ese grupo le caía gordísimo. Unos putos integristas vegetarianos. Su juego preferido era tirar chuletas crudas y filetes chorreando sangre al patio de butacas. La última vez que fue a un concierto suyo volvió a casa perdido de sangre. Y además tocaban un rock de Ancona que era un asco...
Dos.
Llamar a Ossadipesce (...)

>> Moments...
(Pàg. 76)
A pesar de que la compañía no era nada del otro mundo, Deborah Imperatore Cordella se lo estaba pasando bien.
La conversación versaba sobre el asunto que más le interesaba: ella.
Sabía que era el astro, en medio de todos. En ese mundo terciario. De secretarias. De empleados de banca. De diseñadores publicitarios. Ella era la única que hacía un trabajo creativo. La única que sabía inventar una historia. Y todos estaban pendientes de sus labios.
LA ULTIMA NOCHEVIEJA DE LA HUMANIDAD

(Pàg. 79)
- Bueno, ¿has entendido? La nochevieja la llevamos dentro. No está fuera. Es un puto examen, y no hay estrategias para afrontarlo, él siempre te la juega. Es más fuerte. No hay más cojones. Te destroza. Te machaca. Ya puedes hacer lo que te parezca. Puedes estar en un atolón polinesio, en un monasterio nepalí meditando, en un fiestorro de impresión...No hay nada que hacer, en un momento dado de la velada te preguntas: ¿qué has hecho este año? ¿Y qué vas a hacer el siguiente? ¿Vas a cambiar? ¿Conseguirás cambiar? Miras a tu alrededor y ves gente de fiesta, que se divierte, que te pone la mano en el hombro y te dice que te quiere.
LA ULTIMA NOCHEVIEJA DE LA HUMANIDAD

(Pàg. 102)
Le apuntó.
Enzo vió el arpón afilado dirigido justo al centro de su pecho. Apretó los puños sudados y se orinó encima. No pudo evitarlo.
”Que mierda... tengo un montón de cosas por hacer. Tengo una puta vida por delante. No es justo. Tengo que volver a escribir el informe. ¿Por qué? Joder, no quiero morir así. ¿Por qué?”
Le gustaría poder preguntarlo.
Y que hubiera una respuesta sensata.
Si hubiera una respuesta sensata y racional a su muerte, la podría aceptar. Pero sabía que no había nada que discutir. Que no había nada que entender. Que era una noticia más para la sección de sucesos.  Otro de esos crímenes que se leen distraídamente en las páginas locales. Sólo que le estaba sucediendo precisamente a él. Entre los tres millones de romanos, precisamente a él (...).
LA ULTIMA NOCHEVIEJA DE LA HUMANIDAD

(Pàg. 139)
Volver a meternos en el coche nos sienta bien. Nos sienta bien poner la música a tope. Sentir que ha sido una noche más de desfase. Que nos importa todo tres cojones. Que toda va bien. Que hemos probado el material otra noche. Que todo va muy bien. Y estamos contentos, porque esas tres guarras nos están siguiendo en su Uno gris metalizado, y entonces nos reímos y nos decimos que son unas auténticas furcias y que sólo piensan en el rollo. Y decimos que no es posible que las mujeres estén siempre cachondas. Y que fingen que no les importa nada pero en realidad sólo tienen eso en la cabeza.
RESPETO
(Pàg. 149)
Francesca Morale se levantó de la cama. Se sentía cansada, fatigada y turbada por ese placer que se había dado inconscientemente. Odiaba la perversa maquinación que hacía su cerebro todas las noches en cuanto la conciencia moría, abatida por el sueño.
Lo recordaba todo muy bien.
SUEÑO CONTIGO, CON TERROR

(Pàg. 158)
Su Giovanni, el auténtico, era tranquilo, la quería.
Era de los que lo hacían a horas fijas, tres veces por semana. Un contable de la cópula. Él encimma y ella debajo.
Y al principio, por lo menos, lo hacían mirándose a los ojos, diciéndose que se querían y que no se iban a dejar nunca.
Luego el tiempo aplacó los lances, las declaraciones se volvieron infrecuentes, automáticas. El sexo se encogió. En fin, lo normal. La sucia parábola descendente de costumbre. Al final, después de muchos intentos fallidos, acabaron separándose, diciéndose que la pasión se había apagado, que ni siquiera tenía treinta años y ya parecían una pareja de sesenta con un siglo de matrimonio a la espalda.
¿Y ahora?
Había vuelto. Distinto. Y estaba devastando su mundo de los sueños.
SUEÑO CONTIGO, CON TERROR

(Pàg. 207)
Andrea abrió los ojos y aulló.
Un grito desgarrador que no tenía nada de humano.
Era un zombi, o mejor dicho, un muerto viviente.
Los zombis son seres simples. A medio camino entre la vida y la muerte, pierden muchas de las características que nos hacen humanos.
Cuando despiertan de la muerte, desean.
Permanecen encajonados en un monótono deseae. El último anhelo que tuvieron en su vida pasada se transforma en un instinto bajo y simple, primitivo y antiguo. Como son seres inconscientes no lo entienden, pero se entregan a él pasivamente.
Viven, si la suya se puede llamar vida, irracionalmente, al margen de las normas más sencillas de convivencia y moralidad.
En un palabra, son toscos y maleducados.

Andrea miró un poco a su alrededor y volvió a aullar a la luna.
¿Qué?
¿Qué debía hacer?.
EL ZOÓLOGO

>>Altres n'han dit..

Lectofilia, Libri CannibaliRoger Wolfe - Escritura total,


Comentaris

  1. muy buen libro y ay algunos otros de Niccolò Ammaniti que son muy buenos tambien.
    Lastima que no he podido conseguri ninguno de ellos si saben donde poder conseguirlo en le D.F. se los agradeceria infinitamente.

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