Frankenstein en Bagdad - Ahmed Saadawi
"No era un asesino, sino que había recogido el fruto de la muerte antes de que cayera al suelo."
Saadawi, Ahmed.
Frankenstein en Bagdad.
Barcelona: Libros del Asteroide, 2019
فرانكشتاين في بغداد.Traducció d’Anna Gil
::: Què en diu l’editorial...
Después de la segunda guerra de Irak, en el Bagdad todavía ocupado por las tropas estadounidenses, un trapero decide recolectar algunos de los restos humanos que encuentra esparcidos por las calles y formar con ellos un único cadáver al que poder dar sepultura. Pero, para su sorpresa, el cuerpo cobrará vida y pondrá patas arriba el día a día de una comunidad variopinta: una anciana que desde hace años espera el regreso de su hijo desaparecido en la guerra con Irán, un avaro hotelero que pretende hacerse con todos los edificios del barrio o un joven periodista que, mientras intenta olvidar a una mujer, irá tras la pista de esta singular criatura.
Ahmed Saadawi dibuja una iluminadora sátira del conflicto iraquí y de la esperpéntica vida cotidiana que se genera tras el final de una guerra. Una obra multipremiada que ha erigido a su autor como una de las voces árabes más importantes de la actualidad.
::: Com comença...
Informe definitivo.
Máxima prioridad.
PRIMERO:
Respecto a la Unidad de Rastreo e Inspección, parcialmente vinculada a la
administración civil de las Fuerzas de la Coalición Multinacional en Irak, la
Comisión Especial de Investigación, constituida bajo nuestra dirección por
representates de los órganos de seguridad e información iraquíes, así como por
inspectores de los servicios secretos del ejército estadounidense,
HACE CONSTAR
a) Que el día 25 de septiembre de 2003, bajo presión política directa del
gobierno de Irak, se decide el cese temporal de la actividad de la Unidad de
Rastreo e Inspección y la apertura de una investigación sobre su actividad
(...).
::: Moments...
(Pàg. 44)
Hasib Muhámmad Yáfar se había desintegrado. El ataúd que trasladaron al
cementerio de Nayaf era simbólico. Su joven esposa se abrazó a él llorando
amargamente y gimiendo como un animal herido. Lo mismo hicieron su madre, sus
hermanas y sus vecinos; su hija pequeña, con la boquita húmeda y ajena a
lo que sucedía a su alrededor, pasaba de
unos brazos a otros al ritmo de los arrebatos de tristeza de los parientes.
(Pàg. 91)
Dios nuestro Señor, san Jorge mártir, su gato Nabu y el espíritu de su hijo les decían que estaba siendo justa.
Tenía derecho a su venganza; así fortalecía su fe y proporcionaba a su alma cansada la energía que necesitaba para
seguir viviendo.
(Pàg. 95)
No pensaba en amasar una fortuna ni en ampliar el negocio: eso le traería
demasiados quebraderos de cabeza. Lo importante era tener siempre algo de
dinero en el bolsillo para poder dormir con mujeres cuando quisiera, beber vino
cuando le apeteciera y comer cuando tuviera hambre. Dormir y despertarse sin
jefes ni responsabilidades.
(Pàg. 119)
El que no tiene nombre podía convertirse mañana en el que no tiene
nacionalidad, el que no tienen cuerpo y, por tanto, el que no puede ser
detenido ni encerrado.
(Pàg. 129)
- (...) todos los sucesos ligados a la seguridad y las tragedias que estamos
padeciendo tienen su origen en el miedo. La pobre gente que se encontraba en el
puente de Al-Aima murió por culpa de su miedo a la muerte. Cada día nos morimos
de miedo a morir.
(Pàg. 134)
- (...) Tu eres solo un medio, Hadi. Cuántos padres y cuántas madres ignorantes
han engendrado genios y grandes hombres a lo largo de la historia... El mérito
no es suyo, sino de las circunstancias. Tú eres solo un instrumento, un guante
quirúrgico de la diestra mano del destino moviendo los peones del ajedrez de la
vida.
(Pàg. 136)
(...) el Como-se-llame había sido creado con fragmentos de víctimas: el
espíritu de una de ellas, la personalidad de otra, el nombre de una tercera. El
Como-se-llame encarnaba la liberación de los que habían sido asesinados y
exigían venganza para descansar en paz. Había sido creado para resarcirlos.
(Pàg. 147)
“No tengo mucho tiempo. Quizás el cuerpo se me descomponga antes de terminar.
Quizás muera de noche en algún callejón sin haber cumplido la misión que me ha
sido encomendada. Soy como esta grabadora que un periodista desconocido ha
dejado a mi progenitor, a ese pobre trapero. Como estas pilas, tengo las horas
contadas. No me queda mucho tiempo. No es suficiente (...).”
(Pàg. 159)
- Las cosas no han salido como yo hubiera querido. Pido a quien esté escuchando
esta grabación que me ayude, que no se interponga en mi noble misión hasta que
la haya acabado. Entonces abandonaré este mundo vuestro sin dilación, pues ya
me he demorado mucho. Sé que antes de mí hubo otros como yo, surgidos de aquí y
de allá, en esta tierra, en épocas pasadas. Todos cumplieron su misión en
tiempos difíciles, y luego desaparecieron. Yo no quiero correr una suerte
distinta (...).
(Pàg. 166)
No era un asesino, sino que había recogido el fruto de la muerte antes de que
cayera al suelo.
(Pàg. 173)
Quería que el mundo entero viera que se trataba de un simple ser humano, un
hombre mediocre, despreciable y mugriento que había construido una leyenda
alrededor de sí, aprovechándose de la ignorancia y el miedo de la gente, así
como del clima de caos en el que estaban sumidos. Ni más ni menos.
(Pàg. 184)
La situación general se estaba degradando cada vez más. Las batallas políticas
de la televisión encontraban su contrapartida en los combates reales de las
calles, cuyos instrumentos eran los atentados con coches bomba, los asesinatos
selectivos, los paquetes bomba, los secuestros indiscriminados. Las noches se
habían convertido en selvas donde los criminales campaban a sus anchas, y los
intelectuales y periodistas hacían cábalas sobre si el país vivía una guerra
civil o un sucedáneo.
(Pàg. 215)
Decidió dejar de matar hasta tener claro el motivo que lo empujaba a hacerlo.
Pensó que posponer la venganza de las víctimas en cuyo nombre actuaba podría
servir para acabar con la interminable cadena de restitución de partes. Se
pudriría, se desintegraría y acabaría librándose del mundo en el que había
entrado de manera tan insólita, tan poco corriente.
(Pàg. 226)
- (...) Mire, las cosas están muy difíciles. ¿De qué le sirve esta casa si a su
alrededor todo va de mal en peor? Miedo, muerte, sufrimiento. Los asesinos
sueltos por las calles. Las miradas hostiles de la gente. Hasta dormir es un
calvario: los sueños que tenemos son pesadillas. El país se desmorona, Um
Daniel, como las ruinas judías de aquí al lado.
- “No temáis a los que matan el cuerpo.”
- Sí, pero... – El sacristán no encontró respuesta a la cita bíblica que la
anciana se había sacado de no sabía dónde (...).
(Pàg. 235)
Su misión, marcada por el signo de la venganza y la ley del talión, parecía
interminable. Tal vez un día descubriría que ya no quedaba en el país un ser
humano a quien matar. Los asesinatos y las víctimas se entremezclaban de un
modo más complejo que antes. Ya no se
desvivía por saber a quién pertenecía tal o cual parte de su cuerpo, o si sus
miembros estaban reconstituidos con carne de víctimas o de verdugos. Había
asimilado profundamente el carácter relativo del asunto.
- No hay inocentes ni asesinos puros.
(Pàg. 237)
- ¿(...) En qué mundo vivimos? ¿En qué época? Monstruos, demonios, criaturas
mitológicas. Qué sé yo. Todo esto es fruto de la paranoia de la gente. Si tú
quieres creértelas, adelante (...).
(Pàg. 308)
Como dijo el Gran Vidente la noche en que lo mató, su cara cambiaba
constantemente. Nada en él permanecía, salvo el deseo de seguir con vida.
Mataba para seguir viviendo. Era su justificación moral. No quería fundirse en
la nada, no quería desaparecer. Nadie quiere morir son entender por qué muere o
adónde irá después de la muerte. Él tampoco tenía la respuesta a esas
preguntas. Por esos se aferraba a la vida, más incluso que los que le ofrecían
sus cuerpos seccionados. Por miedo. Sus
víctimas no luchaban por la vida, y él la merecía más que los demás. Si no
podían vencerle, podría al menos resistir. ¿Qué valor hay en entregarse a la
muerte antes de comenzar la batalla? Toda batalla es una defensa de la vida,
esa era la única verdad. La vida es la batalla en la que lucha el ser humano.
::: Què en penso...
Novel·la
agosarada i valenta que proposa hores de lectura vibrant. Ahmed Saadawi sorprèn
al lector pel com – l’aposta formal amb que estructura i edifica la novel·la – i
pel què –un relat inèdit sobre terror, ambició i venjança.
Frankensteix a Bagdad retrata fonamentalment
el caos diari d’una societat obligada a sobreviure en un estat de guerra
permanent. Ho fa a partir de tres històries que basculen entre el realisme i la
fantasia i que s’esgrunen en una varietat de subtrames que van cosint personatges
i fets en un fil argumental enlluernador.
I és que a la novel·la d’Ahmed Saadawi només hi ha un personatge: el poble
iraquià. És el focus de la novel·la a partir del qual s’edifica l’aparell
argumental: ells i el seu dia a dia –el d’un
país devastat primer per una guerra i després per l’acarnissament terrorista-,
i el desconcert que això comporta.
A estones novel·la política, a estones thriller sui generis, Frankenstein a
Bagdag és un agregat de gèneres molt
poc habitual –talment les parts del cos que formen el monstre protagonista- . A
vegades intens relat periodístic , a vegades drama domèstic, impacta al lector
amb la varietat de registres i situacions.
I Saadawi no s’arruga. Confronta el realisme amb la fantasia. Combina el relat
documental, quotidià, amb el misticisme i el relat d’horror gòtic. I no en té
prou: també treballa la forma. Mixtura prosa literària amb escrit
periodístic; fragments d’informes
governamentals, cançons populars, poemes o pregàries, amb converses de telèfon
o amb gravacions d’àudio transcrites.
I en mig de tot el com-es-digui. Un monstre sense nom que pren forma a
partir pels records d’una mare que perd el fill a una guerra llunyana; que basteix el seu cos físic amb els fragments
de cossos i visceres que abunden després dels atemptats terroristes, i que
accedeix a la vida a partir de la set de venjança de les víctimes.
Un monstre que personifica una societat desmembrada i complexa, amb un futur
incert. Per cert... malgrat el títol de la novel·la el veig més proper al Golem de Meyrink que no
pas al Frankenstein de la Shelley.
En tot cas, el com-es-digui és símbol o metàfora grotesca d’una societat diversa
en cultures i credos. Tant culpable i a la vegada tant innocent; tant corrupte
i a la vegada tant ingènua; tant cansada i a la vegada tant constant.
I atents al tractament de la veu narrativa del penúltim capítol. La cirereta
que culmina la novel·la i desencaixa mandíbules lectores...
En definitiva,
una proposta postmodernista del tot fascinant. Intensa a la vegada que colpidora i commovedora.
Malgrat el component fantàstic ofereix una confrontació amb la realitat dura i
sincera que la fa més realista que no pas fantàstica. Bé a ser una mena de
realisme màgic passat pel sedàs àrab. Del tot recomanable.
::: Altres n'han dit...
Llegir.cat (M.Planes), Ara Llegim (Ll. A. Baulenas), La Biblioteca del Kraken, El paxaru verde, Con libros y a lo loco, Las lecturas de Guillermo, Weedjee, Un día leí un libro, Piélago de lecturas, Medio Oriente e Dintorni, Art a part of Culture (M. Ceccarelli), The Guardian (S. Perry), The New York Times (D. Garner), El Cultural (R. Narbona).
::: Enllaços:
Ahmed Saadawi, l'autor ens presenta la novel·la, què en diu l'autor, l'obra i l'autor, punts a destacar, claus interpretatives, contextualització literària, novel·la postmoderna.
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