Bombas fuera - John Steinbeck



"(...) bueno, hay un trabajo que hacer, un avión que pilotar, bombas que arrojar."





Steinbeck, John. Bombas fuera. Historia de un bombardero.
Madrid: Capitán Swing Libros, 2011

Bombs Away. The Story of a Bomber Team. Traducció d’Alicia Frieyro
Col·lecció Entrelíneas.


::: Què en diu la contraportada...
En el apogeo del esfuerzo bélico estadounidense, la aviación norteamericana encargó a John Steinbeck que escribiera Bombs Away, un informe esencial en tiempo de guerra y un relato verídico de sus experiencias con las tripulaciones de bombarderos durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora, por primera vez desde su publicación inicial, presentamos esta edición exclusiva de la introducción a la entonces naciente aviación, el corazón del poder aéreo estadounidense, que Steinbeck describió como «el mejor equipo del mundo».

El relato comienza con una breve historia de las fuerzas aéreas, su programa de entrenamiento y su motivación contra la maquinaria bélica de Alemania, Italia y Japón. Al estar concebido como un libro de propaganda, describe las ideologías que nos llevaron a esa guerra, y el increíble patriotismo unificado combinado con el ardor y la devoción del ejército que crearon una nueva rama de lo militar y del tipo de guerra en menos de dos años. En sus descripciones de las tripulaciones de los bombarderos, el libro tampoco escatima elogios a los padres de los soldados más insignes de la nación.

::: Com comença...
De entre todos los cuerpos de las Fuerzas Armadas, la Fuerza Aérea es la que cuenta con menos precedentes, con menos tradicion a la hora de operar. Casi todas las tácticas y formaciones de infantería han sido sometidas a prueba durante diez mil años. Hasta los tanques, a pesar de operar a una gran velocidad, emplean tácticas que fueron desarrolladas por las cuadrigas primero y por la caballería después.

::: Moments...
(Pàg. 40)
En la Fuerza Aérea, un nuevo, compacto y emocionante órgano  está ganando fuerza: la tripulación del bombardero. Se trata en realidad de un equipo de bombardeo, y en verdad puede denominársele equipo en tanto que debe poseer las cualidades que caracterizan a un buen equipo de fútbol americano, a un buen equipo de baloncesto. Debe funcionar como una unidad.

(Pàg. 48)
Y debemos congratularnos de que ciertas autoridades civiles timoratas y determinados clubes de damas no hayan conseguido erradicar del país la tradición de la posesión y uso de armas de fuego, esa profunda y casi instintiva tradición de los norteamericanos.

(Pàg. 51)
No es el mejor soldado del mundo aquel que se anticipa a la muerte con gusto o con el ferviente deseo de alcanzar el Valhalla, el honor y la gloria, sino aquel que lucha por la victoria y la supervivencia.

(Pàg. 64)
Que los cadetes son muy atractivos es fácil de demostrar. Sea cual sea su destino enseguida pasan a monopolizar el tiempo y los pensamientos de las jovencitas más agradables y agraciadas del lugar.

(Pàg. 68)
(...) el ritmo del paso, el sinnúmero de hombres conduciéndose todos en unánime precisión se tornaron en motivo de satisfacción. Descubrió algo que no había aprendido, que la depresión sin rumbo no le había permitido aprender: una verdad tan sencilla como que la acción coordinada de un grupo de hombres produce una buena sensación en todos ellos.

(Pàg. 83)
Una sensación de apremio lo domina todo. La nación está en guerra. No hay tiempo para ceremonias ni paradas militares. Ésta no es una guerra de banderas y desfiles. Es una guerra de localización de objetivos en la retícula de la mira y fijación del lanzamiento, y no es una guerra de discursos y aventamiento del odio. Es un trabajo técnico, un trabajo de cirujano. Sólo hay tiempo para el odio entre los civiles. El odio no manipula la mira de un bombardero.

(Pàg. 87) 
Los artilleros constituyen probablemente el grupo más fanfarrón de todo el Ejército. Siempre estan alerta y no se andan, ni les anda nadie, con tonterías. Son oficiales graduados. Cobran extra, pero lo cierto es que su posición y categoría en el seno de la Fuerza Aérea poco tienen que ver con los galones o el sueldo. El respeto que infunden y su carácter indispensable están fuera de toda proporción en relación con su categoría militar. Son los verdugos del aire.

(Pàg. 89)
El uso previo de cualquier clase de arma contribuye al desarrollo de un artillero. Los niños con escopetas de aire comprimido están desarrollando la puntería del artillero, cierto sentido del seguimiento y la trayectoria, la técnica casi instintiva de la artillería. Ni toda la sabiduría ni toda la lectura del mundo pueden suplantar a la práctica. (...)
Y casi todos los chicos de Norteamérica poseen una sensibilidad especial para las armas patrocinada por la tradición norteamericana y desarrollada por los juguetes que disparan flechas de punta de goma, pasando por las escopetas de aire comprimido, y de ahí a los rifles de calibre 22 y las escopetas.

(Pàg. 115)
Cuando las personas ajenas al Ejército pensaban en la Fuerza Aérea, solían pensar únicamente en los pilotos. La vasta organización de cuadrillas de tierra y de tripulaciones de vuelo rara vez se les venía a la mente.  Han leído solamente sobre pilotos. Los héroes de las historias de sus revistas son pilotos. Los periódicos han escrito casi exclusivamente sobre los pilotos, aun así el piloto es, de hecho, sólo una parte de la Fuerza Aérea operativa.

(Pàg. 127)
(...) albergaba la esperanza de poder salir en uno de los grandes aparatos con un vientre repleto de bombas. Deseaba que una planta eléctrica o una fábrica estallase con un encarnado rugido como consecuencia de su navegación. O mejor aún, albergaba la esperanza de localizar quizá una flota invasora, como lo hicieron los grandes aparatos en Midway, y contribuir a sembrar el océano con las esperanzas de los conquistadores.

(Pàg. 140)
No hay nada como el primer vuelo. No puede repetirse jamás y la sensación que transmite es imposible de imitar. Es el descubrimiento de una nueva dimensión, pero que se descubre en las terminaciones nerviosas y en los centros exploradores del cerebro, y que ningún número de horas de vuelo en aviones de pasajeros puede proveer.

(Pàg. 142)
El avión era lento. Tampoco tenía nada de especial. Pero entonces recordó lo que había sido, la cosa más maravillosa del mundo, sensible y delicada, cada racha de viento, cada corriente de aire que tocaba, lo bamboleaba. Se bamboleaba como una canoa. Sintió un escalofrío, le había sucedido algo que ya nunca le abandonaría. Un nuevo elemento le había abierto sus puertas y al pasar a su interior ya nunca más volvería a ser un mero ser terrestre.

(Pàg. 174)
La Fuerza Aérea es una asociación de expertos y cada uno debe establecer una relación de dependencia con los demás.

(Pàg. 177)
Los hombres que saben lo que hacen son los mejores instrumentos de combate del mundo. No hay máquina que pueda reemplazarlos. Los hombres son las verdaderas armas de la Fuerza Aérea y ser conscientes de ello es lo que convierte a nuestras tripulaciones de bombarderos en lo que son.

(Pàg. 192)
Estaban enterados de las matemáticas de la destrucción. Impedir que lleguen armas y municiones y alimento vale mucho más que arrojar una bomba en Wilhelmstrasse. Que los alemanes pudieran soportar o no un eventual bombardeo de Berlín es algo imposible de saber. Pero ni los alemanes ni nadie pueden combatir sin comida ni munición. Eso sí que lo sabemos.

(Pàg. 202)
(...) era ahora una tripulación, moldeada y adiestrada para realizar una tarea. No hospedaban sentimientos patrióticos. Ésos eran para los políticos. Eran obreros, especialistas. Si la seguridad y el futuro del país dependían de ellos, no lo parecía. Pensaban en términos de distancia y de rumbo y de destrucción. Pensaban en términos de calibres y caballos de fuerza, de propulsión y alcance (...).

(Pàg. 205) 
Es así como siempre ocurre justo antes de entrar en acción. Todos los nervios, esperanzas y temblores desaparecen y, bueno, hay un trabajo que hacer, un avión que pilotar, bombas que arrojar.

::: Altres n'han dit...
Anika entre libros, El Asombrario & Co., Pep Grill.

::: Enllaços:
John Steinbeck, context, conseqüències.

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