Jernigan - David Gates


 

"(...) Y terminé sintiendo el mismo hartazgo y el mismo asco de siempre."







Gates, David. Jernigan.
Barcelona: Libros del Asteroide, 2010


Jernigan. Traducció de Marta Alcaraz.

::: Què en diu l’editorial...
Peter Jernigan tiene poco más de cuarenta años, vive en un barrio residencial de Nueva Jersey con su hijo adolescente, Danny, y trabaja en una inmobiliaria neoyorquina. Inteligente pero con escaso éxito, Jernigan naufraga en una adocenada vida de la que no consiguen sacarlo ni sus adicciones ni su sarcasmo. Su estrafalaria manera de relacionarse con los demás y la reciente muerte de su mujer lo arrastran a una tortuosa decadencia. Parece que las cosas pueden empezar a cambiar cuando conoce a Martha Peretsky, la madre divorciada de la novia de su hijo, e inician una prometedora relación.

Jernigan es la divertídisima historia de un hombre que dejándose llevar por sus peores cualidades consigue convertir su vida en un estrepitoso fracaso. La cautivadora voz de Peter Jernigan nos acompaña en su particular descenso a los infiernos, a la vez que ofrece una desternillante disección del egoísmo, la indiferencia y la crueldad que se hallan en el fondo de cada uno de nosotros. Jernigan, publicada en 1991 y finalista del Premio Pulitzer, es la primera y más aclamada novela de David Gates, y su protagonista se ha convertido en uno de los antihéroes clásicos de la literatura norteamericana reciente.

::: Com comença...
Acabé conduciendo toda la noche. La nevada amainó al cabo de un rato –aunque lo más probable es que hubiera dejado atrás la tormenta- y me limité a ir tirando. Paré a echa gasolina en la salida de la interestatal y entonces cogí la autopista; mientras amanecías, atravesé bosques y campo abierto y pueblecitos desiertos.

::: Moments...
(Pàg. 23)
También pensé en tratar de encontrar hojas para escribirle a mi hijo y pedirle perdón. Sin entrar en muchos detalles, que lo que cuenta es la intención. Pero ¿qué se le dice a un hijo cuando ya les has pedido perdón? ¿Qué te comprometes a enmendarte? Como si os estuviera viendo: Bien, muy bien, vas mejorando.

(Pàg. 24)
(...) me enamoré del padrenuestro de inmediato, naturalmente. Pero al cabo de un tiempo lo que pedía empezó a asustarme: “¿Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores?”. Y aquí se colaba, podía oírlo, “en la medida de lo posible”: el truco, la trampa concebida para alejarme del perdón para siempre. ¿Y estaría realmente preparado para que viniera a mí su reino? No podía dejar de imaginar una tormenta nuclear de dos pares de cojones. Y cada vez me apatecía menos que me alejara de la tentación, por supuesto. Decidí limitarme a: “Padre nuestro que estás en los cielos, danos hoy nuestro pan de cada día y líbranos del mal, amén”, pero luego sospeché que incluso ahí habría truco, que Dios se lo tomaría al pie de la letra y lo único que comería sería pan. Aunque para entonces ya pensaba: “A la mierda, ya lo tienes controlado, ¿qué problema hay?”. Y empecé a tomarme una cerveza de vez en cuando y vi que no pasaba nada terrible. Así que me dije: “¿Por qué no te callar la boca y confías en apañártelas?”.

(Pàg. 61)
- (...) no hacía falta que Danny me dijera que eres simpático –dijo Martha Peretsky-. Él es tan simpático que sabía que lo había criado alguien... –Y, por razones que debió de desar que no resultaran evidentes, vaciló-. Quiero decir que, con un chico tan simpático, el padre también tenía que ser simpático.
Me entraron ganas de brindar otra vez: A la salud del intelecto humano y de su capacidad para elaborar razonamientos de mierda.

(Pàg. 64)
Pensé en ponerme a pensar adónde nos conducía todo aquello, pero descubrí que ponerme a pensar no me apetecía. ¿Con solo una cerveza? Ponerme a pensar no tendía que apetecerme.

(Pàg. 68)
Ahí estaba yo, en el jardín de una mujer a la que me había follado. Y en cambio, ese día haría un año de... No sé, ya vale con tanto “ese día haría un año de”.

(Pàg. 72)
(...) Danny preguntó:
- ¿Volverás a quedar con ella?
Lo que en realidad preguntaba, supuse, era lo siguiente: a) ¿Era su padre de la clase de hombres que no vuelven a quedar con una mujer después de haber pasado una noche con ella? b) ¿Era a hombres de esa clase a los que debía imitar? c) ¿Cómo iba eso a complicar su vida? Y, quizá, d) ¿Tendría una madre nueva? Las respuestas tampoco me habrían venido mal a mí, mira.

(Pàg. 75)
Nadie contestó el teléfono; pensar que ella tenía vida propia me dolió como a un niño de tres años.

(Pàg. 93)
En cierto modo, me gustaba ese espíritu de “’¡a la mierda todo!”. Pero por el amor de Dios...

(Pàg. 130)
Recortadas contra el cielo azul cobalto, las hojas eran de colores enfermizamente vistosos: las frases –amarillo hepático, naranja, rojo – de la tisis. Lo que estaba mandado, sin embargo, era que te parecieran preciosas.

(Pàg. 150)
En mi cabeza las ideas ya no bullían: se limitaban a ir flotando. Igual que en la suya, supongo. Nos sentamos con nuestras ideas que flotaban.

(Pàg. 172) 
Y terminé sintiendo el mismo hartazgo y el mismo asco de siempre.
Lo único que podía hacer era beber más. Y no es que beber más fuera a arreglar nada, pero bueno.

(Pàg. 289)
Bueno, en eso consistía leer: no bastaba con ir acompañando las palabras, había que pensar al mismo tiempo.

(Pàg. 340)
- (...) una manzana más adelante me preguntó-: Papá, ¿hay algún lugar donde quisieras estar?
A tu hijo no puedes responderle “Muerto y en el cielo”.
- Es lo que estoy tratando de descubrir (...).

(Pàg. 362)
(...) hay tres cosas que tampoco haré: una, ver a Danny; dos, afeitarme, y tres, tragarme el cuento de que aquí todos somos seres humanos, cada uno con su nombre de pila, abriendo su corazón a otros corazones. Me llamo Tal y Cual y soy drogadicto. Me llamo Patatí Patatá y soy alcohólico. Me llamo Esto y lo Otro y etcétera etcétera. Pero cuando te toca a ti tienes que ofrecerles algo, tu nombre de pila y tu enfermedad espiritual, por lo menos. Son las normas. Y esto es lo que se me ha ocurrido. Me levanto y digo: Jernigan.

::: Què en penso...
Jernigan pot ser moltes coses, però segur que no és una novel·la divertida. Tot el contrari, la proposta de David Gates es mou entre la recança i el cinisme per presentar-nos un personatge perdut i esgotat que s'aferra al menyspreu i a l'alcohol abans del seu col·lapse.

Jernigan és doncs una crònica força amarga del procés d'enfonsament (voluntari i consentit) de la vida del protagonista i de qui el rodeja. Una novel·la que de la mateixa manera que enganxa ràpidament al lector, aquest acaba demanant el final del partit a l'àrbitre davant la reiteració del mateix plantejament una vegada rere l'altra. 

El que realment brilla en la proposta de Gates és el retrat que fa d'aquest personatge desnonat. És el que fa gran la novel·la de David Gates, més enllà d'un argument peculiar i massa passat de rosca. I de la mateixa l'aposta de l'autor nord-americà per explicar-ho tot en primera persona.

De fet Jernigan és un monòleg desenfrenat i força irreverent que exterioritza els pensaments del protagonista i els combina amb els diàlegs que té amb altres personatges i també amb interpel·lacions directes al lector.

I tot amb un llenguatge més proper a l'oralitat que a la narrativa amb l'ús d'un  estil directe farcit de renecs, llenguatge groller,  frases inacabades i/o incoherents, i algunes preguntes retòriques. A més, caracteritza el personatge amb una mena d'arrogància intel·lectual que flueix per tota la novel·la a partir d'un humor negre aspre, dolorós i crític amb tot el què i qui el rodeja i certs comentaris sobre aspectes musicals i literaris. 

 L'estructura de la novel·la és circular i començat amb el desenllaç. Punt a favor per Gates, doncs és una manera intel·ligent de provocar ganes al lector de llegir més sobre aquest personatge tant nihilista. 

El punt negatiu: la ironia i la crítica que agilitza la lectura i contribueix també a captivar el lector, es torna sarcasme i cinisme i provoquen que la lectura sigui més angoixant. Així és com Jernigan passa de tragicomèdia a tragèdia.

Alcohol, drogues, atur, adolescents alienats, atur, mort, deutes, sexe sense amor, neveres buides, deixadesa, ràbia existencial, dolor auto-inflingit, poca autoestima.... tot això i més és el que Peter Jernigan experimenta en la seva caiguda.  Una vida desestructurada i anàrquica que arrossega tothom a qui s'acosta.

Aquesta és una novel·la certament dolorosa. Tot i que té quelcom de captivador, mica en mica la situació exposada és fa massa reiterativa, com si l'autor, tot evitant un final fàcil,  no trobes el desllorigador per fer evolucionar (i finalitzar) la novel·la. D'aquí, suposo, l'estructura circular que proposa.  Per llegir només si passeu per un moment emocional fort i imbatible. 

::: Altres n'han dit...
Viaje alrededor de una mesaDestripando terrones, El niño vampiro lee, La soledad en agosto, From Isi,  The Secret GardenRevista Cultura y Ocio (Pelirrosa)Fantastic Fiction, Writing, reading, overthinking, NewYork Times (M. Kakutani).

::: Enllaços:
David Gates, l'autor parla de la novel·la i de l'escripturala consideració de la gran crítica, sobre la literatura del descontentament.

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