Merienda de negros - Evelyn Waugh



"- (...) ¿Es que no he tenido conflictos hoy y ayer? ¿Por qué han de preocuparme los de mañana?".





Waugh, Evelyn. Merienda de negros
Barcelona: Anagrama, 2008

Black Misehlef. Traducció de Juan García Puente.
Col.lecció Compactos, 452



::: Que en diu la contraportada:
Seth, el nuevo emperador de Azania, «tirano de los mares y licenciado en Oxford», ofrece a su antiguo condiscípulo Basil Seal –insolente, sofisticado y amoral, una perfecta garantía contra la estabilidad– el cargo de «ministro de modernización» de su africano país. A partir de ahí se emprenden las más descabelladas innovaciones, provocándose un sinfín de intrigas tribales y diplomáticas que desembocan en la anarquía y el caos, y en un auténtico festín caníbal.

Esta novela, que, en palabras de Waugh, «trata del conflicto entre la civilización, con sus correspondientes y deplorables perversiones, y la barbarie», es una destructiva farsa que ataca simultáneamente a los salvajes de la jungla y a los de las ciudades modernas, y en la que abundan personajes inolvidablemente cómicos como el inepto y petulante embajador inglés o las dos damas que se presentan para observar el tratamiento dado a los animales en ese país «bárbaro».

::: Com comença...
“Nos, Seth, emperador de Azania, jefe de los jefes de los sakuyus, señor de Wanda y tirano de los mares, licenciado en Letras por la Universidad de Oxford, hallándonos en este vigésimo cuarto año de nuestra existencia ocupando el trono de nuestros antepasados por la sabiduría de Dios Todopoderoso y la voluntad unánime de nuestro pueble, proclamamos por la presente...”
Seth hizo una pausa en su dictado para mirar al otro lado de la bahía, donde, en la fresca brisa de las primeras horas de la mañana, el último dhow zarpaba rumbo a mar abierto.

::: Moments...
(Pàg. 18)
- (...) Esta no es una guerra de Seth contra Seyid, sino del progreso contra la barbarie. Y el progreso debe prevalecer. He visto los grandes campamentos de Aldershot, la Exposición de París, la Oxford Union. He leído libros modernos: Shaw, Arlen, Priestley. ¿Qué saben de todo eso los charlatanes de los bazares? Todo el poder de la evolución marcha en pos de mí; junto a mis estribos corren el sufragio femenino, la vacunación y la vivisección. Yo soy la nueva era. Yo soy el futuro.
- Yo no sé nada de esas cosas –dijo Alí-. Pero los hombres ignorantes del bazar dicen que los guardias de vuestra majestad se han unido al príncipe Seyid (...).

(Pàg. 62)
- ¿(...) Qué diablos quiere ese individuo? Si pretende que le dejemos otra vez el marcador de tenis, dígale que se ha roto.
- Trae información relativa a la guerra. Al parecer, se ha librado, por fin, una batalla decisiva.
- ¡Ah!, bien, me alegro. ¿Qué bando ha triunfado?
- Me lo ha dicho, pero se me ha olvidado.
- No importa. Ya me lo dirá él. Y anuncie a mi esposa que ese caballero se quedará a comer (...).

(Pàg. 69)
(...) regresó arrastrando los pies al salón de fumar, al amor de la lumbre y de sus bollos, lleno de la satisfacción que esponja el corazón de los viejos cuando contemplan los infortunios de sus coetáneos.

(Pàg. 89)
Ni un soplo de aire en el canal; la mujer de Madagascar, exhausta a causa de las invitaciones. El mar Rojo, los pasajeros de tercera clase, desmadejados como cadáveres en la cubierta inferior; el violín y el piano, infatigables; sucios cubitos de hielo flotando en las heces de la limonada; Basil, torvo, consume cigarros puros en su camarote, sin que le detenga el malestar de su compañero de camarote. Jibuti; las portillas cerradas a causa del polvo; coolies trotando por cubierta cargados con cestos de carbón; despectivos salvajes en las calles, escarbándose los dientes con palillos; una abisinia noble, con velo verde, de compras en el Emporio Francés; un mono negro y malintencionado, en una acacia próxima a la oficina de correos (...).

(Pàg. 125)
- (...) Sabia que estaría de nuestra parte, Seth. Mire –añadió reflexivamente-, hoy nuestra tarea es mucho más fácil que lo abría sido hace cincuenta años. Si hubiéramos tenido que modernizar entonces un país, habríamos tropezado con la monarquía constitucional, la legislatura bicameral, la representación proporcional, el sufragio femenino, la judicatura independiente, la libertad de Prensa, los referéndums...
- ¿Qué es todo eso? – preguntó el emperador.
- Unas cuantas ideas que han dejado de ser modernas.
Se dispusieron a abordar los asuntos del día.

(Pàg. 179)
- (...) Seth, corren muchos rumores. Dicen que acaso se produzcan conflictos mañana.
- ¿Es que no he tenido conflictos hoy y ayer? ¿Por qué han de preocuparme los de mañana?

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