Sinfonía napoleónica - Anthony Burgess




"El tiempo y la historia vacilaron, temblaron."






Burgess, Anthony. Sinfonía napoleónica.
Barcelona: Acantilado, 2014

Napoleon Symphony. Traducció d’Agustina Luengo.
Col.lecció Narrativa, 247



::: Què en diu la contraportada...
He aquí a Napoleón despojado de la parafernalia oficial; un hombre visionario y delirante que ríe, vocifera y patalea, rodeado de una cohorte de personajes aborrecibles: desde los parientes corsos hasta los mariscales, los gruñones veteranos de la Vieja Guardia, o Barras, Telleyrand, madame de Stäel y muchísimos otros. ¿Y la inconstante e infiel Josefina? Paradójicamente ella es para el emperador el único remanso de paz, de eternidad y de amor verdadero. Una sinfonía tragicómica—en cuatro movimientos, con una obertura a Josefina y una coda a la Historia Universal—que toma como modelo la Heroica de Beethoven para crear una obra irreverente, divertida y brillante donde Burgess exhibe con desenfado todo su virtuosismo y erudición. El resultado es un Napoleón tan vivo que el lector tiene la impresión de haberlo conocido.

::: Com comença...
Tallien presionó el botón de su antiguo y noble reloj y la máquina dio las nueve de una manera nueva y republicana. “Ya una hora de retraso”. Ventoso silbaba desde la rue d’Antin y agitaba las llamas de las velas. De la pata de palo del registrador interino, que dormía junto al fuego, emanaba un tenue olor a barniz chamuscado.

::: Moments...
(Pàg. 20)
(...) Los días del minué han terminado. Ésta es la época del vals.(...)

(Pàg. 39)
(...) No quiero que me adoren. Quiero que todo sea tranquilo, agradable y sensato.
El amor es insensato. El amor es una locura. Es pagano, elemental, oscuro. Toca esto. – Parecía un arma, algo a punto de estallar.
Oh, Hippolyte, él dice estas cosas en serio.
Yo también, tesoro mío (...)

(Pàg. 44) 
(...) Usted y yo apreciamos los aspectos metafísicos de esta lucha, que será larga, ambos lo sabemos. ¿Qué posibilidades tiene de ganar? No puede guarnecer el mundo entero.
Por medio de la educación. La divulgación de la verdad. Los clubes republicanos de Milán ya son poderosos y cuentan con hombres esclarecidos. Hay que obligar el pueblo a ser libre.

(Pàg. 50)
El cielo era de puro metal, peltre o latón, o algo por el estilo, y repicaba en nuestras cabezas sin emitir ningún ruido. El sol era como un gran culo redondo que cagaba fuego.

(Pàg. 52) 
(...) Primero se conquista, luego se civiliza.

(Pàg. 64)
El teniente Fourès blasfemó sin pausa durante dos minutos. Bellitore manifestó su desaprobación, pero Bonaparte escuchó respetuosamente. Al final, dijo:
- Teniente, le daré gratuitamente una breve lección sobre el generalato. Un buen general es aquel que elige, no aquel que se somete a las elecciones ajenas. Elige cuándo y dónde atacar. Incluso a veces llega a decidir si un acontecimiento tuvo lugar o no. El tiempo es un dominio del que pueden eliminarse ciertas cosas. Por decisión propia. Ya está. (...).

(Pàg. 74) 
(...) los buques de guerra británicos se exhibían en el Mediterráneo como las putas en la place de la Concorde.

(Pàg. 76)
(...) Rusia, esa especie de país difuso como el agua (...).

(Pàg. 82)
Mira madre –dijo Hortensia, mientas viajaban a toda velocidad hacia el sur-, más flores y arcos. ¿Eso es por lo que ha hecho o por lo que creen que hará? Quiero decir, ¿de qué lo creen capaz?.

(Pàg. 96)
Y tú, ¿eres un gran demócrata? –le preguntó ella.
El se detuvo y la miró. Ella lo imitó, con los ojos en el encendido terciopelo rojo que lo cubría.
¿Demócrata? –Era extraño que esos lánguidos labios pronunciasen un término político; tal vez, consciente de la nueva grandeza civil de su marido, se había entregado a la lectura de Montesquieu explicado a los niños, o algo semejante-. Bueno, sí. Bueno, no. Yo diría que el procesos entero ha sido democrático. Voto libre, etcétera. El electorado no saber nada de constituciones, alabado sea Dios, ni precisa ni debería saberlo. Creo en la oscuridad de las constituciones, pero pienso que han de ser breves para que parezcan simples.

(Pàg. 100)
- (...) no está ahí para personificar una nueva noción de absolutismo o de democracia, o de lo que prefiera. Está ahí para apropiarse de la época y convertirla en él mismo.

(Pàg. 127)
(...) Kellermann se abalanzó con cuatrocientos jinetes contra el flanco izquierdo de la columna de seis mil hombres. La columna vaciló, tembló, cayó. El tiempo y la historia vacilaron, temblaron, un minuto antes o tres minutos después y tal no habría habido, cayeron, éxito. 

(Pàg. 147)
- (...) no toleraré tu insolencia.
Entonces ya no contarás con mi presencia. No hay un solo miembro de la familia que no se sienta obligado a asistir a tu repugnante mascarada. Combatimos para eliminar la monarquía, no para restaurarla en una forma hipócrita y degradada.

(Pàg. 153)
(...) Sí sí sí, es una broma. Las coronas están formadas por laureles de oro, de un gusto exquisito, un excelente trabajo de artesanía parisina. Ah, sí –dedicó a todos una sonrisa de satisfacción-, regresamos a la riqueza, a la ceremonia, y eso está muy bien. Una nación necesita ceremonias, misticismo, un ritual de consagración de las glorias del pasado que prefigure las del futuro.

(Pàg. 158)
Atronadoras voces de oro, bronce, níquel y plata brotaban, se columpiaban, estallaban, uniéndose en una jubilosa llama, los cañones tronaban en los parques públicos, la ciudadanía clamoreaba. Los fetos lo oyeron apenas las tumbas de los gloriosos y de los cubiertos de oprobio, de los afortunados y de los que erraron el camino. Pero él salió, modesto y encantador, con la emperatriz del brazo, republicano, presto a retomar el trabajo al día siguiente, a las siete de la mañana, había mucho que hacer. Te Deum laudamus. Soy el sol y el viento, soy vuestra mejor solución. Las bocas abiertas, vociferantes, parecían clamar por gloria. Pues él les daría gloria, vaya si estaba la gloria contemplada en su programa, mucha gloria Te Deum laudamus en marcha.

(Pàg. 167)
¿Qué era el Imperio? Niños, ¿qué es el Imperio? Es lo que el mar puede rodear, señor. El mar lo definía.

(Pàg. 173)
- (...) Yo no represento a Francia en su conquista de Austria o de esos Estados alemanes por los que se encuentra tan alterado. Soy el espíritu  de la Revolución francesa, de la Revolución norteamericana, de cualquier maldita revolución que sea de su agrado. La nación es una doctrina falsa, alemán idiota. El deseo de morir por una nación es un pecado. Lo que quiero es una Europa unida, no un hatajo de pequeñas naciones que no hacen más que ladrar y pedorrear. A esta Europa unida le hace falta una cabeza. Bien, pues es de lo más sencillo, da la casualidad de que yo soy esa cabeza. No por motivos de sangre, sino por elección. Por mérito. Soy la persona adecuada. Maldita sea, ¿tiene a alguien más en Europa?

(Pàg. 179)
- (...) Usted dice que me he equivocado. Pero no me lo creo, va en contra del sentido común. No es algo que un simple muchacho pueda decirme.
Siempre ha de haber alguien capaz de hacerlo, por joven o insignificante que sea. Alguien tiene que decir lo que los demás callan, por miedo o por exceso de estupidez (...).

(Pàg. 238)
El río ya no era hielo y agua, son gente, algunos muertos, otros moribundos. Que lo bloqueaban por completo, un río de otro orden: un río de cadáveres. Y así llegó a su fin el cruce del Berezina. De esa manera terminó el episodio de la evacuación de lo que quedaba del Gran Ejército a través del río Berezina, uno de los capítulos más gloriosos de la historia de las campañas rusas. Glorioso y una mierda, fue una maldita masacre. El cuerpo de ingenieros se cubrió particularmente de gloria. De mierda.

(Pàg. 314)
Su promesa y su plan eran dos hectáreas y media por hombre. Pero estaban los jacobinos, los monárquicos, los ministros, los burócratas, el clero y el campesinado, la nueva Constitución, la erradicación de las conspiraciones, los códigos, el concordato y la Legión de Honor, la reorganización del ejército, la política colonial, la educación estatal, la seguridad interna, las finanzas públicas. Mirad la Francia a la que él le enseñó como bailar. Y progresar. Adoptar una postura y dejar poco al azar. La France.

(Pàg. 319)
Le dije a su santidad el papa que todos volverán a la religión cuando hayan terminado de jugar a ser ateos, librepensadores y demás, todos volverán a ella en sus lechos de muerte.

(Pàg. 346)
(...) Ahora, en los informes del enemigo se decía: Como era de esperar, Bonaparte... Envejecía, aunque aún no pasaba la cuarentena, realmente envejecía. Agotamiento físico y mental. Ya no somos lo que éramos. A los generales les falta iniciativa, pero nunca quise que la tuvieran. La iniciativa era mi monopolio. Con todo, una explicación racional es siempre una especie de victoria. Rechazo la superstición.

(Pàg. 351)
- (...) un hombre debe conducirse siempre como si cada día fuese el último.

(Pàg. 386)
- (...) Si alguna vez he visto en el rostro de un hombre la Mano de la Muerte, fue en el suyo. Diría que es el hígado, que es lo primero que se arruina cuando hay hambre. Puedes ver lo amarillo que está, como un chino. El hígado, eso es. Y venga a picotearlo y picotearlo ese sir Hadson Ele, como cualquier ave picoteadora que yo conozca.
Imagine –dijo el joven soldado- que él hubiera ganado. Sólo imagínelo.

(Pàg. 414)
Como era de esperar, otra forma de superstición señalaba que los dioses rugían su suprema furia contra Prometeo; quedó a los pocos hombres racionales y serenos la observación de la Patética Falacia.

::: Altres n'han dit...
Entre montones de libros, Lapiz andante, Pep Grill.
::: Enllaços:
Anthony Burgess, les claus de l'obra, origen i context de la novel·lasimfonia verbal, entre l'experimentació i el gamberrisme, hibridació, ...i Kubrick va dir no, Prometeu, Sir Hudson Lowe,
Berezina: el principi de la fi, Mdme Stäel, Talleyrand, Murat, el petit cors.

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