El crimen del soldado - Erri De Luca


"La mirada te acaricia o te corroe (...)." 








De Luca, Erri. El crimen del soldado
Barcelona: Seix-Barral, 2013

Il torto del soldato. Traducció de Carlos Gumpert.
Col.lecció Biblioteca Formentor.


::: Què en diu la contraportada...
Desde la caída del régimen nazi que tanto luchó por defender, un viejo criminal de guerra repite una y otra vez la misma frase: “El crimen del soldado es la derrota.”Su hija, en cambio, cree que hay crímenes injustificables, como los de su padre.

Después de escapar de los Aliados, adopta otra identidad y se convierte en cartero, un vulgar padre de familia. Él vive obsesionado con que le reconozcan, atormentado por el motivo del fracaso nazi. Ella ha crecido buscando la ligereza: ser hija de un asesino es vivir atrapada bajo el peso de una roca. Ambos tiene una cita con el destino.

La intensidad lírica y la singularidad de su prosa han convertido a Erri De Luca en “uno de los mejores autores europeos del momento” (Mercedes Monmany, Babelia). En El crimen del soldado aborda un tema de trascendencia y vigencia imperecederas, y despliega su talento con más fuerza que nunca.

::: Com comença...
“Como sin duda sabrá usted, los derechos editoriales del escritor Israel Yehoshúa Singer, hermano mayor del premio Nobel Isaac Bashevis Singer, vencen en 2014. Nuestra empresa editora tiene la intención de emprender la publicación antológica de las obras en yidish de este autor desconocido para los lectores italianos (...).”

::: Moments...
(Pàg. 16)
Soldaditos, trenes, animales, casas: los juegos son miniaturas del mundo, útiles para que un niño pueda sentirse un gigante. Ayudan a crecer soportando la inferioridad. 

(Pàg. 18)
Existe un límite en el crimen más allá del cual la justicia vale menos que el papel higiénico. 

(Pàg. 24)
No es sobre los héroes, sino sobre los testigos donde se funda el honor de un pueblo.

(Pàg. 32)
En su cara se había restregado felizmente el viento. Unas cuantas arrugas mínimas a los lados de los ojos señalaban los lugares por donde había pasado. 

(Pàg. 68)
La mirada te acaricia o te corroe. Mi piel, en las horas en las que posaba, advertía el cosquilleo y la quemazón.

(Pàg. 72)
El hebreo antiguo trata el tiempo como la aguja de calceta con el ovillo de lana. Su letra vav engancha un extremo, y vuelta del revés.

(Pàg. 87)
L a historia me provoca hastío. Cuanto ocurrió antes de mi nacimiento no me atañe y no me interesa. La historia no deja de ser una ristra de antecedentes penales, una secuencia de crímenes. 

(Pàg. 89)
No he sido una monja. No he practicado la castidad. He buscado en los hombres la manos que de niña me liberaban del peso metiéndome en una cama de agua y dedos. Ninguno satisfizo mi ruego. Penetraban a empujones, me hundían debajo de ellos y yo nadaba a espalda con el lastre de sus cuerpos sobre mi. A los hombres les gusta que se sienta su peso. No saben ver a una mujer. Siguen clavados en la primera impresión, en el error de Adán delante de Eva, que dice de ella: “Es hueso de mis huesos y carne de mi carne.” Naturalmente, es lo contrario, los hombres son carne y huesos de las mujeres, pero con más peso y lastre.

::: Altres n'han dit...

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