Buenos días, tristeza - Françoise Sagan




"Contábamos con todos los elementos para un drama: un seductor, una mujer de costumbres equívocas y otra íntegra."





Sagan, Françoise. Buenos días, tristeza. 
Madrid: Cátedra, 1996

Bonjour, tristesse Traducció de Pilar García
Col·lecció Letras universales, 232



::: Què en diu la contraportada...
Los múltiples y dispares comentarios que en Francia y en el extranjero provocó la publicación, en diciembre de 1954, de la primera obra de la entonces jovencísima Françoise Sagan, coincidieron al menos en un argumento fundamental: la obra era una producción “hija de su tiempo”, un ajustado testimonio de un modo de entender la existencia que iba a marcar de modo decisivo, en las décadas posteriores, una parte de la conciencia de los países occidentales.

::: Com comença...
Dudo en dar el nombre, el hermoso y grave nombre de tristeza, a este desconocido sentimiento cuyo tedio y dulzura me obsesionan. Es un sentimiento tan completo, tan egoísta, que casi me produce vergüenza, mientras que la tristeza me ha parecido siempre algo honroso.

::: Moments...
(Pàg. 101)
(...) experimentaba frente a personas desprovistas de todo encanto físico una especie de molestia, de ausencia; su resignación a no agradar me parecía un atara indecente. Pues, ¿qué buscábamos sino agradar? Todavía hoy no sé si este gusto por la conquista esconde una sobreabundancia de vitalidad, el placer de dominar, o la necesidad furtiva, inconfesada, de sentirse seguro, apoyado.

(Pàg. 103)
Esta manera de entender las cosas me seducía: amores rápidos, violentos y pasajeros. Yo no estaba en la edad en la cual la fidelidad atrae. Y conocía muy poco del amor: unas citas, unos besos, y el cansancio.

(Pàg. 111)
Yo me repetía gustosamente frases lapidarias, entre otras la de Oscar Wilde: “El pecado es la única nota de color que subsiste en el mundo moderno”. La hacía mía con absoluta convicción; pienso que con mayor seguridad que si la hubiera puesto en práctica. Creía que mi vida podría ser un calco de esta frase, inspirarse en ella, brotar de ella como una perversa figura de Epinal: olvidaba los tiempos muertos, la discontinuidad y los buenos sentimientos cotidianos. Consideraba idealmente una vida de bajezas e infamias.

(Pàg. 116) 
Contábamos con todos los elementos para un drama: un seductor, una mujer de costumbres equívocas y otra íntegra.

(Pàg. 121)
Pensé que todos mis amores habían sido así. Una súbita emoción ante un rostro, un gesto, un beso... Todo el recuerdo que yo tenía eran instantes dilatados, sin coherencia.

(Pàg. 137)
Me daba cuenta de que la indiferencia es el único sentimiento que a la vez que puede inspirar nuestra vida, no nos da argumentos de defensa.

(Pàg. 140) 
(...) habría querido que me cogiese entre sus brazos, en aquella terraza acribillada por las cigarras y la luna.

(Pàg. 156)
(...) su beso se puso en movimiento, se hizo rápidamente imperioso, hábil, demasiado hábil... Comprendí que estaba más dotada para besar a un chico bajo el sol que para hacer una licenciatura.

(Pàg. 177)
- Anne, te quiero, sólo te quiero a ti. ¿Me crees?
- No me lo digas tanto, me da miedo...

(Pàg. 179)
(...) cuando uno está borracho dice la verdad, y nadie le cree.

(Pàg. 182)
- (...) prácticamente no piensas en el futuro, ¿no es cierto? Es el privilegio de la juventud.
- Te ruego que no me eches así mi juventud en cara. La utilizo lo menos posible, y no creo que me dé derecho a todos los privilegios o a todas las excusas. No le doy ninguna importancia.

(Pàg. 189)
No deja de ser curioso cómo la fatalidad se complace en escoger para representarla rostros indignos y mediocres.

(Pàg. 195)
¿Cabe suicidarse por personas como mi padre y como yo, personas que no tienen necesidad de nadie, ni vivo ni muerto?

(Pàg. 196)
Cyril dio un paso hacia mí y me puso la mano en el brazo. Le miré: nunca le había querido. Le había encontrado bueno y atractivo; había amado el placer que me daba, pero no le necesitaba. Me marchaba, iba a dejar aquella casa, a aquel chico y aquel verano.

(Pag. 198)
Sólo cuando estoy en mi cama, al alba, con el único ruido de los coches que circulan por París, mi memoria a veces me traiciona: vuelve el verano junto con todos sus recuerdos. ¡Anne, Anne! Repito este nombre muy bajo y durante mucho tiempo en la oscuridad. Algo se alza entonces en mí; lo acojo por su nombre, con los ojos cerrados: Buenos días, Tristeza.

::: Altres n'han dit...
La cultura no val res, El guant de l'AllieBarbarie ilustradaBugs eat BooksLa antigua BiblosUn libro al día, Cajón de historias, Walking around, Mónica Basterrechea, Narraterra, Librario Íntimo, Pseudoficciones, Viejos libros viejos, Pep Grill.

::: Enllaços:
Françoise Sagan, el context de l'autora i la seva novel·la, els temes, les claus.

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