Sonata a Kreutzer - Lev Tolstói






"(...) denunciar la vida de cerdos que llevamos resulta difícil, demasiado difícil..."  




Tolstói, Lev. Sonata a Kreutzer.
Barcelona: Acantilado, 2003



Kréitserova sonata. Traducció de Ricardo San Vicente
Col·lecció Cuadernos del Acantilado, 6



>> Què en diu la contraportada...
Pózdnyshev, el protagonista de este intenso relato, explica a un compañero de viaje las razones que lo impulsaron a matar a su mujer. A través de la narración de este personaje, Tolstói arremete contra la hipocresía de los valores burgueses, un velo de ilusión que apenas oculta las oscuras pulsiones y la violencia subyacentes en las relaciones humanas. El crimen de Pózdnyshev halla su expresión simbólica en los contundentes acordes iniciales de la Sonata a Kreutzer de Beethoven; interpretados en un salón burgués “entre damas escotadas”, desatan un torbellino de fuerzas capaces de transformar el alma del oyente. La música actúa como el cuchillo del asesino: ambos rasgan el velo de las apariencias, abriendo una grieta por al que irrumpen potencias imposibles de controlar.

>> Com comença...
Eso era a principios de primavera. Llevábamos el segundo día de viaje. Los pasajeros que realizaban trayectos cortos entraban y salían del vagón, pero tres venían, como yo, desde el mismo punto de partida del tren: una dama fea y mayor, fumadora, de rostro atormentado, con un abrigo algo masculino y un sombrerito; un conocido de la dama, parlanchín, de unos cuarenta años, con un equipaje cuidado y nuevo; y otro señor, que se mantenía al margen, de estatura baja y movimientos bruscos (...).

>> Moments... 
(Pàg. 24) 
- (...) lo único que le digo es que los matrimonios han sido y siguen siendo un hecho.
- Ciertamente, Pero ¿por qué lo son? Porque se han dado y se siguen dando entre las personas que ven en el matrimonio algo sagrado, un sacramento que las une ante Dios. Entre estas personas sí son un hecho, pero entre nosotros no. Nosotros nos casamos sin ver en el matrimonio otra cosa que no sea la unión carnal, de lo cual resulta o un engaño o unas cadenas. Cuando se trata de un engaño, la cosa es soportable. El marido y la esposa sólo engañan a los demás diciendo que se son fieles, cuando en realidad viven en adulterio. Eso está fatal, pero aún se puede soportar. Pero cuando el marido y la mujer se han impuesto la obligación formal de vivir juntos toda la vida y desde el segundo mes se odian y desean separarse pero, aun así, siguen juntos –que es lo más frecuente-, entonces se forman esos infiernos por culpa de los cuales la gente se da a la bebida, se pega un tiro, o se matan o envenenan el uno al otro (...).

(Pàg. 30) 
- ¿Qué es horrible? –pregunté.
- Pues este abismo de confusión en el que vivimos en lo tocante a las mujeres y a nuestras relaciones con ellas.

(Pàg. 38) 
“Es asombroso ver qué total es la ilusión de creer que la belleza es bondad. Una mujer hermosa dice tonterías, tú la escuches y, en lugar de la tontería, ves sólo lo inteligente que es. La mujer dice y hace ruindades y tú sólo ves algo encantador. Y cuando la dama no dice ni tonterías ni ruindades y resulta hermosa, entonces enseguida te convences de que es un milagro de sabiduría y de moralidad (...)”.

(Pàg. 42) 
Si las personas son diferentes según sus objetivos en la vida, por el sentido interior que dan a la vida, entonces esta diferencia se reflejará sin duda en su aspecto exterior, es decir, su apariencia externa será distinta. Pero fíjese usted en esas criaturas infelices y despreciadas, mire luego a las damas de la más alta alcurnia, y verá los mismos adornos, iguales modelos e idénticos perfumes, igual desnudez de brazos, hombros y pechos, parecidos traseros, ceñidos y prominentes; idéntica pasión por los pedruscos, por los objetos caros y brillantes, iguales diversiones y bailes, músicas y canciones. Unas seducen con todas sus artes e igual hacen las otras. Ninguna diferencia. Y si hemos de ser rigurosos, únicamente conviene señalar que, por lo general, a las prostitutas de plazo breve se las desprecia y, en cambio, a las de largo plazo se las respeta.

(Pàg. 51)
Todo el lujo de la vida es demandado y mantenido por las mujeres. Cuente usted las fábricas. Una enorme parte de ellas elabora adornos inútiles, carruajes, muebles, juguetes para las mujeres. Millones de personas, generaciones de esclavos queman su vida en un trabajo extenuante en las fábricas sólo para el capricho de las mujeres. Las mujeres, como unas reinas, esclavizan y explotan al noventa por ciento del género humano. Y todo esto ocurre porque las han humillado y las han privado de los mismos derechos que los hombres. Y así es como se vengan, actuando sobre nuestra sensualidad y capturándonos en sus redes. Si, todo por eso.

(Pàg. 60)
La humanidad durante su existencia se ha planteado un ideal , que no es, por supuesto, ni el ideal de los conejos o de los cerdos, que consiste en reproducirse al máximo, ni el de los beduinos o de los parisinos, que consiste en sacar el más exquisito provecho de los placeres de la pasión sexual, sino el ideal del bien, que se alcanza mediante la abstinencia y la pureza. A él siempre han aspirado y aspiran los hombres. Pero observe usted qué resulta de ello.
Resulta que el amor carnal es esa válvula de seguridad. La humanidad de hoy no ha alcanzado el objetivo, y no lo ha alcanzado sólo porque en ella habitan las pasiones, sobre todo la más poderosa de ellas, la del sexo. Y como persiste la pasión del sexo, nace una nueva generación y, por lo mismo, persiste la posibilidad de alcanzar el fin en la generación siguiente (...)

(Pàg. 70)
En el juicio me preguntaban con qué, cómo había matado a mi mujer.¡Bobadas! Se creían que la maté entonces, cuando le clavé el cuchillo, aquel cinco de octubre. No la maté entonces, sino mucho antes.

(Pàg. 73)
Los animales parecen saber que en sus descendientes prologan su especie y cumplen con su ley en este sentido. Únicamente el hombre ni lo sabe ni quiere saberlo. Y lo único que le preocupa es conseguir el máximo de placer. ¿Y eso quien? El rey de la naturaleza, el hombre. Porque, fíjese bien, los animales se aparean sólo cuando pueden traer al mundo nuevos seres, en cambio el maldito rey de la naturaleza siempre, con tal de que le dé gusto. Y sin bastarle con esto, además eleva esta ocupación de monos a la categoría de perla de la creación y la llama amor.

(Pàg. 75)
Se habla de no sé qué nueva educación femenina. Todo eso son palabras vacías; la educación de la mujer es exactamente como debe ser, dado el concepto general existente –no el aparente sino el real- sobre la mujer.
Y la educación de la mujer será siempre la que corresponda al concepto que el hombre tenga de ella. Y todos nosotros sabemos el concepto que el hombre tiene de la mujer: Wein, Weiber und Gesang.

(Pàg. 77) 
(...) Pero he aquí que liberan a las mujeres, les conceden todo tipo de derechos, iguales que los de los hombres pero siguen mirándolas como un instrumento del placer; así las educan de pequeñas y así se lo inculca la opinión pública. De manera que sigue siendo una criatura humillada, una esclava pervertida, y el hombre sigue siendo el mismo amo pervertido.
En las aulas y en las cámaras se proclama la liberación de la mujer, pero se la sigue mirando como objeto de placer. Enséñele, como ya se le ha enseñado entre nosotros, a mirar de este modo y se quedará para siempre siendo un ser inferior. O bien, con la ayuda de doctores canallas, evitará el nacimiento del fruto, es decir, se convertirá en una auténtica prostituta, un ser que ha caído no al nivel de los animales, sino al de las cosas. O bien será aquello que es en la mayoría de los casos: una criatura de alma enferme, histérica y desdichada, que es como son en la realidad, pues carecen de la posibilidad de desarrollarse espiritualmente.

(Pàg. 83) 
Sí, habrá de pasar mucho tiempo para que la gente sepa lo que yo sé. Si hay mucho hierro y qué metales hay en el Sol y las estrellas, eso se puede saber pronto; en cambio, denunciar la vida de cerdos que llevamos resulta difícil, demasiado difícil...

(Pàg. 92)
(...) No entendíamos que el amor y el odio eran el mismo sentimiento animal aunque tomado desde el otro extremo. Habría sido horroroso vivir de ese modo si hubiésemos comprendido nuestra situación, pero ni la comprendíamos ni nos dábamos cuenta de ella. En eso están la salvación y el castigo del hombre, en que cuando no vive como es debido, puede él mismo nublarse la vista para no ver lo lamentable de su estado.

(Pàg. 103)
Insisto en que todos los maridos que viven como vivía yo o bien han de dedicarse al vicio o bien separarse, o bien suicidarse o bien matar a sus esposas, como hice yo.

(Pàg. 125) 
- Sobra decir, creo, que yo era muy vanidoso: si en nuestra vida del día a día no eres vanidoso, vivir no tiene sentido (...).

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Lev Toltóiels motius d'un autor censurat, de l'indecent literature, al...it's not an obscene bookl'estructura temàtical'estructura musical de l'obra, la gelosia en definitiva.

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