El tercer hombre - Graham Greene


Greene,Graham. El tercer hombre
Madrid: Alianza Editorial, 1986









The third man
Traducció de Bárbara McShane i Javier Alfaya
Col·lecció El libro de bolsillo



>> Què en diu la contraportada...
Concebido como base para un guión cinematográfico que Alexander Korda pidiera a Graham Greene en 1948, el relato titulado El tercer hombre (1950) es indisociable de la película que, dirigida por Carol Reed, interpretada por Joseph Cotten, Orson Welles y Trevor Howard y con música de Anton Karas, constituye un testimonio imperecedero de la Europa inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ambientada en una Viena dividida en cuatro zonas bajo el control militar de Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética y Francia, la narración describe la desencantada realidad de las postguerra, dominada por el miedo, la corrupción y la precariedad. En este marco de crisis de valores, incertidumbre ante la vida y miseria económica, los conflictos morales adquieren especial intensidad y dramatismo. La romántica historia de Rollo Martins, solicitado contradictoriamente por la amistad, el amor y un innato sentido del deber, sirve de hilo conductor a esta patética evocación de los desastres de la guerra.


>> Com comença...
Nunca se sabe cuándo va a caer el golpe. Cuando vi por primera vez a Rollo Martins escribí esta nota para mis archivos policiales de seguridad: “En circunstancias normales un tonto jovial. Bebe demasiado y puede provocar conflictos. Cuando pasa una mujer a su lado levanta la vista y hace algún comentario, pero tengo la impresión de que el asunto no le interesa. No ha credido nunca y tal vez sea esa la razón por la que adora a Lime.” Escribí esa frase, “en circunstancias normales”, porque le vi por primera vez en el funeral de Harry Lime. Era febrero, y los enterradores se vieron obligados a utilizar taladradoras eléctricas para abrir la tierra helada del Cementerio Central de Viena. Fue así como hasta la naturaleza hizo todo lo posible para rechazar a Lime (...)

>> Moments...
(Pàg. 18)
Nunca nos acostumbramos a ser menos importantes para los demás de lo que ellos lo son para nosotros (...).

(Pàg. 19)
Qué pronto se da uno cuenta del silencio, hasta en una ciudad tan silenciosa como Viena, mientras la nieve cae sin descanso.

(Pàg. 46)
Tal como yo lo veo al repasar mis archivos, las notas de las conversaciones y las declaraciones de varios personajes, en aquel momento Rollo Martins todavía habría podido irse de Viena sin correr peligro. Había demostrado una curiosidad insana, pero le habían frenado la enfermedad en cada brote. Nadie había soltado nada. La lisa pared del engaño no había mostrado ninguna grieta a los dedos que palpaban.

(Pàg. 52)
Después de un par de copas el espíritu de Rollo Martins siempre se volvía hacia las mujeres: de una manera vaga, sentimental, romántica y como sexo en general. Después de tres copas, como un piloto que una vez localizado el blanco se lanza en picado, comenzaba a dedicarse a una chica que estuviera libre. Si Cooler no le hubiera ofrecido una tercera copa, probablemente no hubiera ido tan pronto a casa de Anna Schmidt y si..., pero hay demasiados “síes” en mi manera de escribir, porque mi profesión es medir las posibilidades humanas y la fuerza del destino no puede encontrar espacio en mis archivos.

(Pàg. 58)
“Hacía mucho frio y yo me levanté para correr las cortinas de la ventana. Sólo me di cuenta de que tenía mi mano sobre la suya cuando la retiré. Cuando me puse en pie y bajé la vista para mirar su rostro. No tenía una cara bonita, ése era el problema. Era una cara para vivir con ella un día tras otro. Una cara para toda la vida. Me sentí como si estuviera penetrando en un nuevo país cuyo idioma no supiera. Yo siempre había creído que se ama a una mujer por su belleza.(...)”.

(Pàg. 76)
Cuando uno ve un mundo que camina hacia su fin, un avión que se desvía de su curso, supongo que no tiene ganas de charlar, y desde luego para Martins un mundo había llegado a su fin, un mundo de amistad fácil, de veneración a un héroe, de confianza (...).

(Pàg. 81)
“No te había visto reír hasta ahora. Hazlo otra vez. Me gusta.”
“No tengo fuerzas para reír dos veces.”

(Pàg. 95)
Fue el miedo o la excitación lo que hizo palpitar su corazón, o quizá fueran los recuerdos que la melodía despertaba en él, porque la vida siempre se aceleraba cuando aparecía Harry, cuando aparecía como ocurría ahora, como si nada hubiera sucedido, como si no hubieran metido a nadie en la tumba ni se hubiera encontrado a nadie degollado en un sótano; cuando aparecía con esa actitud suya divertida, condescendiente, de o lo tomas o lo dejas, y, claro está, uno siempre lo tomaba.

(Pàg. 97)
(...) El mal era como Peter Pan, conllevaba el don aterrador y horrible de la eterna juventud.

(Pàg. 107)
¿Qué hace que un hombre sin esperanzas se agarre a unos cuantos minutos más de existencia?

>> Altres han dit...
Estación de tránsito, El Zepporro Altisonante, Proscritos

>> Enllaços:
Graham Greene, un escriptor i molts autors, però,...on és Harry Lime?, Viena ocupada, estraperlo, penicilina, el Prater, Anton Karas, Harry Lime: "...després de tot no és tant terrible.", moralitat i ètica, Jansenisme, Zane Grey
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