Tierno bárbaro - Bohumil Hrabal




"¡(...) la salud para la poesía es una tumba como una casa (...)!"





Hrabal, Bohumil. Tierno bárbaro. 
Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2014


Nezný barbar. Traducció de Kepa Uharte.  i



è Què en diu la contraportada... 
Bohumil Hrabal escribió Tierno bárbaro en 1973, en unos años en que su obra estaba prohibida por el régimen político instalado en el poder tras la invasión de Checoslovaquia por parte del ejército soviético que puso fin a la Primavera de Praga. Hrabal vive solo en su casa en el bosque de Kersko, inhabilitado por los comunistas para cualquier empleo. Está cerca de cumplir los sesenta años, y la nostalgia se apodera a menudo de él. Nostalgia de los años cincuenta, cuando era feliz en sus trabajos de metalúrgico, de prensador de papel viejo, de tramoyista en un teatro; de los años sesenta, cuando se convirtió en una figura literaria de renombre internacional; de sus amigos desaparecidos, como el pintor y poeta Vladimír Boudník, vecino suyo durante muchos años, con quien descubrió las vanguardias artísticas de los años cincuenta y sesenta, y con quien compartió tantas «bodas en casa» y un acerado sentido del humor negro. Boudník se suicidó en diciembre de 1968, pocos meses después de que los tanques soviéticos ocuparan las calles de Praga.

El genio solitario y excéntrico que era Boudník es el protagonista principal de la novela Tierno bárbaro, inédita hasta ahora en castellano. Con su habitual estilo, Hrabal, cuando en el presente no encontraba nada más que «cáscaras vacías» y para él todo estaba muerto, busca inspiración en la figura de su amigo para componer un bellísimo canto al hombre liberado de todas las convenciones sociales, al artista que utiliza los materiales más humildes y despreciables para resaltar su belleza, al amigo que hacía de la ternura hacia todo lo existente su principal sentimiento. Tierno bárbaro es la exaltación del exceso, de la extravagancia, de la pasión por romper todos los modelos, a la vez que «un manual de mala conducta, una lamentación festiva, un breviario del apocalipsis», como lo ha definido la escritora francesa Linda Lê.

è Com comença...
Vladimír, maestro de la imaginación táctil, siempre moribundo, a punto de palmarla, sólo para poder alzarse de entre los muertos, rejuvenecer, siempre retomando fuerzas, atravesar la pared con la cabeza, llegar al otro lado y luego por el condón umbilical volver al principio de todas las cosas, volver a la primera semana de la creación del mundo. Al mismo tiempo era capaz de ser antiguo como el mismo mundo y juvenil como el alba, como las hojas recién nacidas.

è Moments...
(Pàg. 23)
Con leche desnatada hacía nada, con hollín de carbón brillantes, con un gorrión el ave Fénix, a un tullido lo convertía en un corredor de carreras, siempre que había poco de algo echaba su talento para demostrar que omnia ubique y que en lo mínimo está el máximo, que cada punto en el mundo es el centro del jardín del paraíso, mientras que los jardines colgantes se convierten despacio en ruinas y polvo y en ese polvo se contiene toda la belleza, en una pizca de tierra todo empieza de nuevo...

(Pàg. 26) 
Se inclinó hacia delante y me susurró, agarrándome fuerte de la mano: Pero hombre, pensar en el suicidio... Le digo: No, yo no, es Vladimír...Y él me dice literalmente: Pero si usted es Vladimír...

(Pàg. 35) 
Cubiertos con el estandarte de feria sobre el pecho, vi en la luz cómo sobre Vladimír yacía el tronco de San Venceslao y sobre mí caían los pies, bordados con hilos plateados y dorados, del santo al que le gustaba beber, le gustaba charlar con los animales y fue acuchillado por su propio hermano, porque en todo el mundo nadie te perdona que quieras vivir en paz y a costa de la ebriedad, y por tanto del universo...

(Pàg. 63) 
El sexo es anónimo, eros es individual... Todos estamos en el mismo barco sexual, pero cada uno navega bajo su propia bandera erótica...

(Pàg. 73) 
¡(...) Y cada vez estoy más sano y la salud para la poesía es una tumba como una casa (...)!

(Pàg. 85)  
Para Vladimír el mundo normal era un sanatorio, un mundo de ciudadanos anhelantes de bienes de consumo y que se proyectaban en una media aritmética.  Cuando estaba exhausto hasta la locura, aceptó el juego de este mundo para descansar, para retomar nuevas fuerzas. Sacó la mecha de su lámpara demasiado caliente para que no le agrietara el tubo de vidrio, fue a comprar, al cine, los últimos tiempos incluso a pescar. Entonces era alguien completamente distinto, así que cuando miraba la sociedad de consumo desde su satélite artificial, a veces le gustaba actuar de participante, igual que a los niños les gusta ir al museo de cera, a la sala de los espejos, al planetario o al parque de cultura y descanso Julius Fucík. Así que se puede decir que la gente corriente le hacía levantarse, su egoísmo simple le espoleaba, era otro el que se vestía como ellos, el que iba al trabajo igual que ellos y con todo ello despreciaba lo Allzumenschlieches y por la escalera extensible de su imaginación subía y desde el último escalón entraba en las hermosas nubes de tormenta...

(Pàg 99)
(...) señaló la mancha de las palomas caídas y al borracho y en la puerta gritó: La realidad se me adelanta... esta noche intentaré alcanzarla...
Así que toda la vida Vladimír parecía el trabajo de un corazón humano que piensa. Atraía y escogía de entre sus experiencias sólo las que encajaban con su tipo. Por tanto no todas las experiencias, únicamente las que contenían sensibilidad artística y concepto al mismo tiempo.

(Pàg. 104)
(...) en aquella época en que nos acompañábamos, especulamos por qué los dos como hijos naturales no sufríamos el complejo del padre, y que era una bonita misión, despreciar al padre y vivir uno mismo únicamente con complejo de hijo, no tener más modelo que uno mismo y sin embargo uno mismo nunca convertirse en modelo, cuya esencia es el desprecio del modelo, vivir por tanto a costa de uno mismo y del Universo, llevar una guerra infinita contra uno mismo, concertar una paz que nunca se concertará, estar siempre en estado de tensión y ebriedad creativas.

è Altres n'han dit...

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