Sueños de trenes - Denis Johnson



"Y de pronto todo se volvió negro. Y aquella época desapareció para siempre." 



Johnson, Denis. Sueños de trenes.
Barcelona: Penguin Random House, 2015


Train Dreams. A novella.Traducció de Javier Calvo.
Col·lecció Literatura Random House





Què en diu la contraportada...
Sueños de trenes es una epopeya en miniatura, una de las obras más conmovedoras y evocativas en la ya larga carrera del escritor americano Denis Johnson.
Robert Grainier es un jornalero del Oeste americano en los albores del siglo XX, que, tras ser golpeado por una terrible tragedia, lucha por encontrar sentido a su vida en un mundo en constante mutación. La de Grainier es una vida larga, pobre y modesta, y él, un hombre corriente que transita por una época extraordinaria sin apenas lograr otra cosa que un pequeño trozo de tierra, dos caballos y una carreta.
Con su prosa pulida y alejada de cualquier sentimentalismo, esta joya del galardonado autor de Árbol de Humo ha sido comparada con la obra de autores clásicos como Chéjov.

 Com comença...
En el verano de 1917 Robert Grainier participó en el intento de matar a un jornalero chino al que habían pillado robando, o al menos lo acusaban de haber robado, en los almacenes de la compañía ferroviaria Spokane International, en el corredor septentrional de Idaho.

Moments...
(Pàg. 16)
En la oscuridad sintió que la mirada de su hija se volvía hacia él como la de una bestia arrinconada. No era más que un engaño de su imaginación, pero le derramó algo frío en el espinazo.

(Pàg. 41)
El hombre tenía los viejos zapatos tirados a un lado. Llevaba barba y estaba todo embadurnado de polvo y de cachitos de bosque pegados por todo el cuerpo.
- Mira bien a un hombre asesinado –le dijo.
“Ni siquiera te voy a pedir que me traigas un poco de agua –continuó el hombre-. Tengo tanta sed que me bebería el río entero, pero como me voy a morir, no creo que me hagan falta favores.

(Pàg. 54)
Robert Grainier no olvidaría en la vida la imagen del valle quemado bajo el crepúsculo, la más onírica que había visto nunca despierto: los tonos pastel brillantes de las últimas luces del día, un puñado de nubes altas y blancas, reflejando la luz diurna del valle, y otras estriadas, grises y rosadas, las más bajas de las cuales rozaban las cimas de los montes Bussard y Queen. Y por debajo de aquel cielo imponente, el valle negro, completamente inmóvil, y el tren avanzando a través de él con gran estruendo pero incapaz de despertar aquel mundo muerto.

(Pàg. 59)
A veces se acordaba de Kate, de aquella chiquilla preciosa, pero no a menudo. La de su hija no era una historia tan triste. Apenas había estado despierta, mucho menos viva.

(Pàg. 112)
- (...) El problema es que los hombres envejecen muy pronto. ¿Va usted a casarse otra vez?
- No –dijo él.
- No. No quiere usted tener más trabajo del que ya tiene, ¿verdad?
- Pues no.
- Bueno pues, no se volverá usted a casar nunca.
- Ya estuve casado –dijo él, sintiendo casi la obligación de defenderse-, y estoy más que satisfecho con lo que me ha quedado. –Ciertamente tenía la sensación de estar defendiéndose. Pero ¿por qué tenía que hacerlo? ¿Por qué venía aquella mujer blandiendo ante él el tema del matrimonio como si fuera un palo?-. Si anda usted buscando marido –le dijo- no se me ocurre equivocación más grande que acercarse a mí.

(Pàg. 117)
Los lobos y los coyotes se pasaron se pasaron la noche entera aullando sin descanso, centenares de ellos a juzgar por el ruido, más de los que Grainier había oído nunca, y también parecía haber entre ellos otras criaturas, búhos, águilas –él no sabía exactamente qué-, hasta el último animal provisto de voz de los picos y las montañas que dominaban el valle del Moyea, como si nada pudiera tranquilizar a ninguna bestia de Dios. Grainier no se atrevía a dormir, le daba la impresión de que aquello era alguna clase de enorme anuncio, tal vez las alarmas del fin del mundo.

(Pàg. 122)
Él empujó el banco contra la pared, se reclinó hacia atrás y se quedó adormilado. Un tren que pasó por el valle no lo despertó, sino que se limitó a entrar en su sueño.

(Pàg. 131) 
¡Hermosura! ¡Hermosura! La hermosura será mi perdición, terminaré zampándomela igual que un perro se zampa un cadáver, revolcándome en ella igual que un perro, terminaré todo pringado y apestando a hermosura.

(Pàg. 137)
(...) se fundió en una voz que penetró en los senos y finalmente en las mentes mismas de quienes lo oían, elevándose más y más, volviéndose más y más espantoso y hermoso, el ideal originario de todos los sonidos que alguna vez habían existido, el sonido de la sirena de niebla y de la sirena de navío, del silbato solitario de la locomotora, de los cantantes de ópera y de la música de flautas y del gemido constante de las gaitas. Y de pronto todo se volvió negro. Y aquella época desapareció para siempre.

Altres n'han dit...
Papel en blanco, Un libro al día, Con L mayúscula, Hermano cerdoEl pez volador, Revista de Letras, La libélula. Después del hipopótamo. Paniko, DesdeOtranto, Book Reporter.

 Enllaços:Denis Johnson, nihilisme màgic, detalls estilístics, sentimental sí, sentimental no.

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